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Vandermark 5 Special Edition: The Horse Jumps & The Ship is Gone

Disco 1: Friction, Some Not All, New Weather, Second Marker, Cadmium Orange
Disco 2: Green Mill Tilter, Desireless, Early Color, Cement, Nameless

Músicos:
Ken Vandermark: saxo tenor, clarinete
Tim Daisy: batería
Kent Kessler: contrabajo
Fred Lomberg-Holm: cello
Dave Rempis: saxo alto, saxo barítono
Magnus Broo: trompeta
Håvard Wiik: piano

Not Two Records, 2010

Calificación: A la marosca

La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte también se corre más allá… La utopía, entonces, sirve para caminar (Eduardo Galeano)

El termino utopía fue acuñado por Tomás Moro en su libro de 1516 Del Estado ideal de una República en la nueva isla de Utopía. En esa obra, con innegables influencias de La República de Platón, su autor describió la idealizada sociedad de un estado ficticio al que llamó la Isla de Utopía. Desde ese entonces, el concepto de utopía ha servido no sólo para designar la lógica pretensión humana de alcanzar un mundo ideal en alternativa al existente, sino también para definir todo “plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación”.
La sempiterna curiosidad humana permite que el hombre se acerque a lo que lo rodea con una actitud crítica; y en esa inquieta apertura de carácter aventurero, encuentra la energía para atreverse a soñar con nuevos mundos o modelos de vida. En ocasiones esos mundos se presentan como imaginarios, inalcanzables e ideales; pero en otras son imaginables y, por ende, posibles. En toda utopía existe: una “función orientadora”, ya que al imaginar un estado perfecto o ideal se está trazando un curso de acción; tiene una “función valorativa”, por cuanto quien describe su propia utopía lo hace en base al reconocimiento de los valores de su tiempo; ocupa una “función crítica”, que nace de la comparación entre la realidad y el ideal y también una “función esperanzadora” que, aun en un contexto desolador, conecta al hombre con su naturaleza utópica.
El anhelo de alcanzar mundos perfectos e ideales es tan antiguo como el ser humano, de allí que podamos encontrar a lo largo de la historia numerosos ejemplos literarios: Desde la utopía de La República platónica a la utopía religiosa de San Agustín descripta en La Ciudad de Dios, pasando por la utopía renacentista de la ya mencionada obra de Tomás Moro, las utopías modernas en reacción al industrialismo imaginadas, entre otros, por Karl Marx en El Capital o la utopía ecológica intuida por Ernest Callenbach en su novela Ecotopía de 1975. Lo cierto es que todos, en algún momento de la vida, nos vemos impulsados a trazar nuestras propias utopías; y éstas pueden describir tanto una sociedad ideal situada en una abstracción de tiempo y espacio como atenerse a valores mundanos, íntimos deseos u objetivos personales.

Debo confesar que mis dos únicas utopías son: vivir eternamente y aprender a cepillarme los dientes con la mano izquierda, en ese orden. En cuanto a la primera, al menos hasta ahora (toco madera y cruzo los dedos), lo estoy logrando perfectamente pero… me han llegado preocupantes versiones de que el ser humano al final de la vida fallece y eso es, cuando menos, un obstáculo para el éxito definitivo de mis planes. En relación a la segunda utopía, sólo espero lograr el objetivo antes de perder toda mi dentadura o de haber comprobado en carne propia que no es posible vivir eternamente (lo que ocurra primero de esas dos cosas). Bueno, tampoco es cuestión de dejarse vencer por el primer contratiempo que aparece… Por ejemplo Jorge, mi amigo de la infancia, solía decir que su utopía de vida era encontrar a la mujer ideal. Alguien que tuviese su misma forma de pensar, de sentir e intereses y objetivos similares. Hace poco nos volvimos a ver y, para mi sorpresa, descubrí que lo había logrado… aunque con algunos cambios. Ahora mi amigo se llama Penélope.
La necesidad de imaginar mundos mejores es inherente a la especie humana y, como consecuencia de la sensibilidad creativa que posee el artista, es lógico que algunas de las mayores utopías de la historia se hayan expresado en el campo del arte.

En un mundo banalizado por los medios masivos de comunicación, impulsado a la superficialidad derivada de la inmediatez tecnológica e invadido por los conflictos sociales que devienen de la injusta distribución de bienes que propició el neoliberalismo económico, pensar en el arte puede parecer una utopía. No obstante, esas utopías no sólo existen sino que también se desarrollan, crecen, evolucionan y se materializan, aun a contracorriente de lo que pretende el establishment.
En el campo del arte musical de vanguardia hallamos incontables ejemplos. Uno de los más consistentes, tanto en el contenido estético como en su persistencia a través del tiempo, está debidamente testimoniado en el fascinante alegato de Vandermark 5.

Este quinteto de avanzada liderado por el compositor y saxofonista Ken Vandermark fue concebido en 1995 para proyectar la robusta mixtura de free-jazz, avant-rock, libre improvisación, funk y música clásica contemporánea que asomaba por aquel entonces en la efervescente escena musical de la ciudad de Chicago. Más allá de los innegables aciertos contenidos en la propuesta original, la fortaleza estética manifestada por la banda desde su debut discográfico en 1997 con Single Piece Flow y las incendiarias actuaciones del quinteto (en esa época integrado por Ken Vandermark, Mars Williams, Kent Kessler, Jeb Bishop y Tim Mulvenna), nadie hubiese imaginado que Vandermark 5, tras quince años de existencia y con dieciséis álbumes editados, seguiría representando en 2010 lo más graneado de la vanguardia jazzística.
The Horse Jumps & The Ship is Gone, su nueva producción discográfica, fue grabada en vivo los días 19 y 20 de Junio de 2009 en el prestigioso Green Mill de Chicago. En esa ocasión, el quinteto liderado por Ken Vandermark sumó al trompetista Magnus Broo y el pianista Håvard Wiik (ambos integrantes del magnífico Atomic) para ofrecer en formato extendido nuevas versiones de piezas ya incluidas en su discografía previa, un tema inédito y dos composiciones pertenecientes a los músicos invitados.
Esta alianza entre Vandermark 5 y Atomic no es meramente circunstancial, ya que ambas bandas acaban de compartir escenario durante una reciente gira europea y la ligazón entre Ken Vandermark y algunos de los miembros de Atomic se ha extendido, en años recientes, a diversos proyectos grupales (con Magnus Broo en 4 Corners, con Håvard Wiik en Free Fall, con Paal Nilssen-Love en Fire Room, Powerhouse Sound y School Days, con Ingebrigt Haker-Flatten en School Days y Free Fall, etc.).

La apertura del compacto es con una dramática versión de Friction, tema del álbum Beat Reader de 2008, que expone una brutal yuxtaposición de jazz, libre improvisación, avant-rock e inquietantes influencias polifónicas provenientes de Gyorgy Ligeti. Todo rubricado por un flujo de armonías combinadas mediante estratégicos intervalos y despiadadas intervenciones solistas en donde sobresalen la trompeta de Magnus Broo y el saxo tenor de Ken Vandermark. Luego ofrecen una heroica relectura de Some Not All de A Discontinuous Line de 2006, pieza que desde la particular óptica del quinteto (ahora devenido en septeto) ofrece una mirada actualizada a la vanguardia neoyorquina de mediados de los setenta representada en el Loft Jazz. Aquí magnificado por los monumentales aportes de Fred Lomberg-Holm en cello y Dave Rempis en saxo barítono. New Weather es una composición de Magnus Broo incluida también en su álbum solista de 2010 Swedish Wood en la que conviven una impronta melódica heredada del clasicismo, ciertos patrones rítmicos de carácter minimalista y una disposición a trabajar en el planteamiento, desarrollo y desenlace de la masa sonora desde la perspectiva de la libre improvisación.  A continuación siguen dos piezas extractadas del álbum Annular Gift de 2009. Primero Second Market, en donde se confrontan la tradición y la vanguardia jazzística a través de una impecable dinámica resuelta en swing sobre la que se deslizan los solos de los vientos y, luego, el desesperado extremismo sonoro del apasionado Cadmiun Orange.

En la composición de Håvard Wiik, Green Mill Tilter (en origen incluida en el álbum de Atomic de 2010 Theater Tilters Vol. 1), articulan de manera aristada, triunfal y avasallante una estética que parece orbitar los perímetros del free-bop. El opresivo clima y las sombrías armonías que dibuja Desireless ilustran las descarnadas imágenes del Japón de posguerra retratadas por el fotógrafo Daido Moriyama, a cuya obra fue dedicada esta pieza del álbum Beat Reader. En tanto que en la versión de Early Color, proveniente de Annular Gift, confluyen expresiones estéticas divergentes que van desde lóbregas líneas en blues a espectrales contrapuntos y entrelaza segmentos acotados por una dinámica próxima al avant-rock con arrolladores pasajes que parecen sumergirse voluntariamente en el abismo de la libre improvisación.
Sobre el final se suceden una laberíntica interpretación de Cement (también de Annular Gift) y el inclasificable torbellino armónico que propone el inédito Nameless.
Vandermark 5, enThe Horse Jumps & The Ship is Gone, además de ratificar su vigencia estética demuestra que, en el arte, las utopías también se hacen realidad.

El arte es una rebelión contra el destino (André Malraux)

Sergio Piccirilli

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