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Samuel Blaser

La vocación es una disposición natural del ser humano a elegir determinados ambientes de desarrollo o preferir contextos de actividad específicos. El concepto de vocación ha sido materia de debate desde tiempos ancestrales. Algunos estudiosos del tema suscriben a la idea contenida en la raíz etimológica de esa palabra (vocación: del latín vocatio, acción de llamar) e interpretan que se trata de una revelación que nos llega del mundo exterior; en cambio otros argumentan que la vocación es innata al ser humano y que, por consecuencia, es la resultante de un descubrimiento. No es objeto de este comentario dilucidar o determinar la naturaleza conceptual de la vocación, pero aun así podemos arrobarnos la potestad de afirmar que, en ocasiones, el término es aplicado erróneamente para justificar el éxito de las personas en alguna actividad bajo la simple premisa de que han nacido con vocación para el desarrollo de la misma. A nuestro modesto entender el cumplimiento de una vocación, sin perjuicio que provenga de una revelación o que haya sido producto de un hallazgo, requiere siempre de (como decía Michel Foucault) “un proceso de construcción racional a lo largo de toda la vida que siempre conlleva la posibilidad de buscar, explorar y crear”. La vocación no puede enseñarse; pero una concreción vocacional exitosa obliga a su poseedor al estudio, la instrucción y el perfeccionamiento constantes. Sin embargo, según afirmara el prestigioso psiquiatra y neurólogo austríaco Victor Emil Frankl, el éxito en el desarrollo de una vocación “no se puede perseguir y tiene que ser el efecto no intencional de la dedicación personal a una causa más grande que uno mismo. Una causa que le da sentido a nuestra vida.”

 

La secuencia evolutiva que nace a partir de un llamado vocacional a temprana edad y que mediante la capacitación se transforma en un auténtico proyecto de vida, tanto como su pertenencia al proceso racional de búsqueda y exploración del que hablaba Foucault y la dedicación personal a una causa superior mencionada por Frankl, parecen describir a la perfección (y por varios motivos) la trayectoria del trombonista Samuel Blaser.

 

Este joven y talentoso instrumentista y compositor nacido en La Chaux-de-Fonds, Suiza, no sólo encontró su vocación por el arte musical a temprana edad sino que además, siendo niño, halló en el trombón a una herramienta idónea para expresar sus aptitudes estéticas. Lo cierto es que Samuel Blaser, desde aquellas inclinaciones artísticas iniciales a la fecha, ha logrado convertirse con dedicación, esmero y una sólida formación educativa, en uno de los trombonistas más sobresalientes de la actualidad y en una de la figuras con mayor proyección de la vanguardia musical del nuevo milenio.

 

En el fértil y personal ideario que compone su vasto universo sonoro confluyen en inquietante balance el hard bop, la libre improvisación, el free jazz y la música clásica contemporánea. Esos intereses estéticos se han manifestado con distintas intensidades pero similar calidad tanto en su fecunda producción discográfica como en los múltiples proyectos que lo tienen en escena como actor protagónico. En su actualidad musical, conviven su aproximación a la música barroca y renacentista desde la perspectiva del avant-jazz en Consort in Motion (álbum de inminente lanzamiento en el que participan Russ Lossing en piano, Thomas Morgan en contrabajo y Paul Motian en batería), sus respectivos dúos junto al legendario baterista suizo Pierre Favre (materializado en el disco Vol à Voile de 2010) y el pianista Malcom Braff (junto a quien editara YaY en 2008), su programa para solo de trombón concretado en el álbum Solo Bone de 2008 y el cuarteto que lidera en compañía del guitarrista Marc Ducret, el contrabajista Banz Oester y el baterista Gerald Cleaver (emprendimiento con el que se encuentra próximo a presentar el disco Boundless Suite).

 

Todo esto sin dejar de mencionar que su discografía previa incluye a los elogiados álbumes 7th Heaven de 2008 en cuarteto con Scott Dubois en guitarra, el baterista Gerald Cleaver y Thomas Morgan en contrabajo y Pieces of Old Sky de 2009 junto al guitarrista Todd Neufel, Tyshawn Sorey en batería y el contrabajista Thomas Morgan.

La sólida educación musical de Samuel Blaser comprende su graduación en el Conservatorio de Música de La Chaux-de-Fonds en Suiza, un posterior perfeccionamiento en composición en el Conservatorio de Música del Purchase College de New York y clases privadas, en París junto a Geoffrey de Masure, en New York con el experimentado trombonista y arreglista estadounidense John Fedchock y en Berlín junto al afamado compositor italiano Tiziano Manca.

 

Durante su etapa formativa participó en las bandas de auténticas leyendas del jazz, tales como Phil Woods, Clark Terry, Jimmy Heath, Buddy DeFranco y Jim McNeely y más tarde desarrolló una prolífica labor como sesionista materializada en múltiples colaboraciones que incluyen el haber compartido escenario con Renee Rosnes, Hal Galper y David Taylor y sendas participaciones en los álbumes del Pierre Favre Ensemble, Bruno Tocanne, el grupo liderado por Peter Van Huffel & Sophie Tassigno, Gabriel Zufferey, Malcom Braff and TNT, Larsen Rupin, Animal Forum, el Julien Revilloud Trio, Mya N., la Vienna Art Orchestra y la EBU Jazz Orchestra, entre otros.

Hay mucho más para decir (y escuchar) sobre el fascinante mundo creativo de este artista de excepción; por ello lo invitamos a ir descubriéndolo a través de la entrevista que tuvimos el placer de realizarle.

Con ustedes, Samuel Blaser, un músico que supo hacer de su vocación un proyecto de vida.

 

Tú estás liderando y co-liderando diferentes bandas en la actualidad y para ello se requiere mucha imaginación y habilidades altamente desarrolladas en conceptualización y composición. ¿Cómo manejas tantas personalidades musicales diferentes y que te insta a manifestarte simultáneamente en diversos contextos?

 

Es cierto que estoy trabajando en un montón de proyectos que van en muchas direcciones diferentes, pero la improvisación es su punto en común. Realmente no siento que tenga que hacer ningún esfuerzo especial para manejar todos esos proyectos, aunque es complicado organizar giras para cada uno de ellos. Mi entusiasmo y mi deseo por compartir música es, probablemente, la única razón por la cual me expreso en contextos tan diferentes.

 

Hablemos sobre algunos de esos proyectos… Creo que el mejor lugar para comenzar es Consort in Motion, el cual además de ser un auspicioso encuentro entre grandes músicos de diferentes generaciones, es un más que interesante cruce de influencias entre el jazz y la música barroca. En un nivel puramente estético, ¿qué me puedes contar sobre la dinámica que conduce este nuevo cuerpo de música?

 

Para Consort in Motion, decidí dar el inusual paso de fusionar la música barroca y la improvisación del jazz. Desde el comienzo de mis estudios musicales he tocado jazz y música antigua pero nunca tuve la oportunidad de combinar los dos géneros. Por lo tanto decidí concentrarme aquí en trabajos de compositores italianos de un período que iba del renacimiento al barroco y seleccioné composiciones de Monteverdi (Claudio Giovanni Antonio Monteverdi, 1567-1643) y piezas de otros dos de sus contemporáneos, Frescobaldi (Girolamo Frescobaldi, 1583-1643) y Marini (Biagio Marini, 1594-1663). Mi atención se centró en seleccionar piezas con melodías, armonías y ritmos que pudiesen ser fácilmente modificados. En todo momento busqué que nos sintiéramos libres para incluir elementos de jazz dentro de ese material sin que perdiese su color original. El desafío principal fue mantener mi propia personalidad musical sin sentirme abrumado por el carácter de los diferentes compositores.

 

Ahora tienes también un nuevo proyecto con Marc Ducret, Banz Oester y Gerald Cleaver. ¿Cuál es el concepto fundacional de este nuevo álbum llamado Boundless Suite?

 

La música escrita para Boundless (Hat Hut Records, 2011) es muy abierta a la vez que tenemos algunas fuertes melodías, armonías y ritmos que pueden ser usados por los miembros del cuarteto de diferentes maneras. El objetivo es ir a través del material sin necesidad de detenernos después de cada uno de los temas. Tratamos de vincular melodías y estructuras mediante la inserción de transiciones e interludios como si estuviésemos tocando una gran suite. La grabación se puede escuchar como una gran pieza única o como cuatro composiciones separadas.

 

¿Puedes describir en pocas palabras los conceptos que anidan en algunos de tus álbumes previos como Vol à Voile con Pierre Favre, YaY con Malcom Braff, Solo Bone, Pieces of Old Sky y 7th Heaven?

 

Podría decir que cada álbum es una fotografía de mi inspiración musical en los últimos seis años. Vol à Voile (Intakt Records, 2010) es una reunión con uno de mis bateristas favoritos, Pierre Favre, con quien he desarrollado una fuerte relación y amistad. Pierre (Favre) y yo crecimos en la misma región de Suiza, a apenas ocho kilómetros de distancia uno del otro pero separados en el tiempo por cuarenta y cinco años. La música que tocamos en ese álbum es completamente improvisada y nos permitió crear una interesante combinación de sonidos. De hecho, Pierre tiene una variedad de instrumentos de percusión, incluyendo gongs, platillos, tam tams, djembes y tocar con ellos puede ser muy inspirador.

 

YaY (Fresh Sound New Talent, 2008) es otro disco en dúo. Esta vez con Malcom Braff, un pianista originario de Brasil pero que creció en Senegal y Suiza. El repertorio de ese álbum está basado esencialmente en composiciones de Malcom (Braff) inspiradas en música africana y armonías provenientes del góspel.


Solo Bone (Slam Productions, 2008) es una grabación de mi primera actuación en solitario. La idea de tocar un programa sin acompañamiento no era nueva para mí. El deseo de hacer un programa solo ha estado en mi mente desde mi primera lección de trombón, después de haber descubierto al gran trombonista alemán Albert Mangelsdorff. El ya fallecido Albert Mangelsdorff alcanzó notoriedad con su innovador uso de multifónicos (*), una técnica usada para producir más de un tono con el instrumento lanzando voces mientras estás tocando lo que resulta en la creación de acordes sobre la serie armónica. La organización de un programa variado con este formato fue un desafío supremo.

(*) Multifónicos: técnica extendida que permite a un instrumento monofónico -como el trombón- producir varias notas a la vez.

 

7th Heaven (Between the Lines, 2008) es mi primera grabación como líder y la confirmación del descubrimiento de mi propio estilo. También es el punto culminante que muestra la forma en que improviso y la manera en que escribo música. Gerald Cleaver (batería), Scott Dubois (guitarra) y Thomas Morgan (contrabajo) son parte de la alineación. La pieza central del álbum es una suite en tres movimientos llamada Métamorphoses, que compuse poco después de mudarme a New York en 2005.


Pieces of Old Sky (Clean Feed, 2009) es la segunda grabación de mi cuarteto y cuenta con otra formación que incluye a Todd Neufeld (guitarra), Thomas Morgan (contrabajo) y Tyshawn Sorey (batería). El álbum fue grabado en New York después de un mes de gira en Europa y contiene siete composiciones. La pieza central es la que da título al disco, una composición de diecisiete minutos basada en una melodía simple en Mi Menor. Aquí el estilo cambió un poco. La música es más espectral y la banda se tomó más tiempo para desarrollar el material.


Después de todo lo mencionado… ¿podrías decir que existe un núcleo filosófico en tu música, algo que sea un común denominador a toda tu discografía?

 

Yo diría que la filosofía central y el factor común en toda mi discografía es un deseo por encontrar diferentes clases de personalidades musicales. Me gusta cuando en mis proyectos los músicos pueden contribuir al sonido del grupo sin dejar de sentirse facultados para expresarse libremente. La combinación de músicos también puede ser muy interesante, ya que eso crea diferentes tipos de energías dentro de una banda y puede cambiar el color de la música.


¿Cuáles son algunas de las características, si es que las hay, que definen la escena musical que se ajusta a ti en este momento de tu carrera?

 

No quiero ajustarme solo a una categoría de la música. Mis intereses son demasiado amplios como para meterlos en una caja especifica.

 

Hemos estado hablando del presente y el futuro pero… ¿cómo empezó todo? En otras palabras, ¿cómo fue que te encontraste con el trombón y quiénes fueron tus influencias iniciales?

 

Tuve la oportunidad de comenzar con el trombón en el Conservatorio de La Chaux-de-Fonds en Suiza, lugar en donde hice mis estudios clásicos y soplé mis primeros solos de jazz. Pero en realidad descubrí el trombón cuando tenía dos años de edad mientras estaba viendo algunas marching bands en mi ciudad natal. La música siempre había estado presente en la casa y mis padres acostumbraban llevarnos, a mis hermanos y a mí, a un montón de conciertos. También mi madre solía tocar algunos discos de Louis Armstrong, Ray Charles, Harry Belafonte o Bob Marley. Acostumbrábamos escuchar algunas óperas y todo tipo de música clásica. Mi tía es, probablemente, quien cambió mi vida en relación a la música en general y al jazz en particular al darme dos cintas: una de Chet Baker llamada No Problem y otra de David Murray Acoustic Octo Funk llamada Jug-A-Lug.

 

¿Cuál es el enfoque que desarrollaste como trombonista?

 

Soy un músico intuitivo.  Aprendí la mayoría de los aspectos de la improvisación por mí mismo y creo que tuve la oportunidad de desarrollar mi propio vocabulario mediante la práctica de música contemporánea y clásica. Sin embargo fue mi antiguo maestro, Geoffroy de Masure en París, quien realmente me inspiró. Él fue capaz de abrir mis oídos y mis ojos a algunos nuevos conceptos y nuevas maneras para improvisar. Luego, con John Fedchock en New York, tuve la chance de trabajar sobre algunos ejercicios muy específicos de una sola línea que Albert Mangelsdorff le había dado en el pasado.

 

¿Cómo describirías la evolución de tu propia versatilidad? ¿Tienes algún rol-modelo en relación a sentirte capaz de encajar en muchos contextos diferentes sin dejar de sonar como tú mismo?

 

Realmente no tengo modelos a seguir. Supongo que sólo intento ser yo mismo y trato de ser honesto con cada elección musical que estoy haciendo. El estudio de música clásica durante tantos años y la profundización de mi conocimiento en composición, son algunos de los factores más importantes que tuve en mi educación musical y que más me ayudaron a desarrollar esa versatilidad.

 

¿Cómo programas tu tiempo de práctica al estar tan ocupado con las giras y organizando tu calendario de conciertos? ¿Qué métodos aplicas para aprovechar al máximo el tiempo que tienes disponible?

 

Aún hoy tengo problemas para programar mi calendario de práctica con la organización de giras y el tiempo para componer, a pesar de que soy muy organizado. De hecho, todavía estoy buscando una rutina saludable que me permita, esencialmente, tener tiempo para la práctica y la composición. Debo decirte que me siento un poco frustrado porque aún no he logrado encontrar el equilibrio ideal. El tiempo para mi instrumento es desafortunadamente muy limitado. Por suerte tengo dos maravillosos agentes que me ayudan con las contrataciones y los aspectos logísticos. Recientemente, también empecé a colaborar con algunos publicistas en Estados Unidos y Europa para promocionar mi música. Estoy llegando a un punto en donde es muy difícil lidiar con todo por mí mismo y, cuando tengo tiempo disponible, trato de dedicárselo a mi vida privada.

 

Cuando compones, ¿tienes sonidos en mente, trabajas sobre una estructura base, una idea o sobre un músico o ensamble en particular? ¿Haces muchos bosquejos o tu forma de componer es más intuitiva e improvisada?

 

Cada composición tiene una historia y un enfoque diferente; pero debo admitir que soy un compositor lento y no tan productivo como desearía. Sin embargo, estoy trabajando en ello desde que he estado estudiando composición en Berlín con Tiziano Manca desde hace casi dos años a esta parte. Por cierto, estoy escribiendo una pieza llamada Jeux de Mains que será estrenada a finales de mayo en Suiza. Estoy muy emocionado por escuchar el resultado. En general mis composiciones consisten en un material sencillo que los músicos son libres de interpretar a su antojo. Ese material puede ser melódico, rítmico o armónico. Tal vez parezca simple y embrionario en ocasiones pero funciona bien. La música puede tomar diferentes direcciones cada vez que es ejecutada, al mismo tiempo que conserva fuertes elementos reconocibles. No obstante, para algunas composiciones tengo ideas específicas. Naturalmente ellas toman más tiempo para desarrollarse ya que, en esos casos, escribo un montón de bocetos y muchos gráficos antes de llevar alguna nota al papel.

 

Unas pocas cosas más antes de cerrar esta entrevista. Una de ellas tiene que ver con el libro del crítico inglés Stuart Nicholson Is Jazz Dead? (Or has it moved to a new Address)¿Está muerto el Jazz? (o se mudó a una nueva dirección)–. En ese trabajo él se pregunta si el centro y el desarrollo del jazz se mudaron de Estados Unidos a Europa. En ese sentido, ¿ves alguna diferencia de actitud entre los músicos estadounidenses y los europeos? ¿Hay un “modo” europeo, por ejemplo?

 

He hablado de este tema muchas veces y mis opiniones siguen divididas… Sí, definitivamente el jazz europeo no suena como el jazz estadounidense; pero sólo porque hemos experimentado cosas diferentes y nuestra cultura, el trasfondo musical y las educaciones son diferentes. No creo que el jazz se haya mudado a ninguna nueva dirección específica. Sus orígenes y raíces siguen siendo los mismos. Para mí, el jazz ha sido de alguna manera universalizado por diferentes razones relativas a nuestro estilo de vida. Por ejemplo, los músicos han estado viajando por el mundo para promover esta música y son muchas las escuelas de jazz que se han creado en América y Europa desde 1960 a la fecha. También es probable que el jazz ya no esté enteramente basado en el swing y se encuentre mucho más cercano a la música clásica contemporánea. Factores que, probablemente, nivelan a los dos continentes. Sin embargo, los músicos estadounidenses aún tienen esa forma única de interpretar el swing que continuará caracterizando la especificidad del jazz americano.

 

¿Cuál es tu percepción sobre el actual funcionamiento de la escena de vanguardia? Incluyendo la cobertura periodística, el impacto de la internet, etc., siento curiosidad por conocer tu impresión sobre el actual estado de la música creativa.

 

No estoy muy seguro acerca del impacto de internet en la música de vanguardia; pero veo que han aparecido un montón de blogs y revistas con un creciente interés en nuestra música. Sé de algunas redes fuertes en Francia, por ejemplo; pero no estoy muy seguro de cuán grande es esta ayuda, aunque probablemente lo sea. Tuve una muy buena cobertura electrónica y física de mi álbum Pieces of Old Sky. Sé que el rumor sobre ese trabajo se expandió gracias a esa promoción. Espero contar con una divulgación mucho mayor en referencia a Consort in Motion y Boundless y siento mucha curiosidad por ver qué rol jugará internet en relación a estos dos nuevos lanzamientos.

 

Para concluir: Mientras preparaba esta entrevista me encontré en tu página web con esta afirmación “Soy la prueba de que un brilloso trombón puede enviar un mensaje directo al corazón que cambie tu vida”. ¿Podrías elaborar ese concepto? ¿De qué manera crees que la música contiene la capacidad de cambiar nuestras vidas?

 

Tenía dos años de edad cuando quise tocar trombón y nueve años cuando finalmente tuve mis brazos lo suficientemente largos para comenzar a hacerlo. Veintiocho años más tarde continúo tocando el trombón y estoy en condiciones de salir de gira por el mundo gracias a mi música. Mi instrumento y la música han cambiado –literalmente- mi vida y me permitieron conocer algunas grandes personas durante la etapa temprana de mi carrera. Gracias al trombón, mi estilo de vida es rico y altamente variado… ¡Eso es tan inspirador! (exclama) Tampoco me hubiera imaginado que un chico, después de ver un brillante instrumento en las calles, se convertiría en músico y trombonista… ¡Qué gran regalo! Otra razón por la cual escribí esa pequeña declaración en mi biografía está relacionada con las situaciones que experimenté con Pierre Favre. He tocado en muchos conciertos alrededor de todo el mundo con diferentes formaciones de diversos tipos de música; pero el músico con quien tuve las experiencias más asombrosas con referencia a las respuestas de la audiencia fue Pierre Favre. Él tiene una manera muy específica de actuar en el escenario. De alguna forma tiene la habilidad para controlar a la audiencia. Él puede llevarlos a cualquier lugar que quiera, incluso a través de los sonidos más extraños jamás escuchados. Tan pronto como estoy en el escenario con él, puedo sentir a todo el público con nosotros, lo cual no ocurre usualmente con otras bandas o músicos. Nunca recibí tantas sonrisas y agradecimientos como después de los conciertos con Pierre Favre.


http://samuelblaser.com

 

Sergio Piccirilli

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