Luis Nacht
Y con los entrevistadores también…
¡Por supuesto! (risas) con los entrevistadores soy tremendo… me pasa por ejemplo cuando escucho música, también; por eso me cuesta mucho escucharme. Y cuando escucho a los demás, también…
Un rompe profesional…
Sí, totalmente. Pero la mayoría de lo que escucho me encanta. Si tiene swing, ya está, me gustó. Puedo escuchar a Caetano (Veloso), más que nada en otra época, ahora ya no tanto; a Dino Saluzzi, bastante folclore, el Cuchi Leguizamón me encanta, por ejemplo. Música clásica…
¿Y al margen de la música?
Veo una película por día. No tengo cable, entonces en el ranking del video club la familia Nacht lidera cómoda…
Pero te sale más caro que poner el cable…
Sí… pero decido yo y no los demás. Me cabe Scorsese, Stephen Frears… Y leer, generalmente en las vacaciones.
Pero eso no te produce nada en particular…
No… le presto atención a las bandas de sonido. Cuando era más chico no, pero de grande empecé a darle bastante bolilla. Algunas cosas que compongo me parece que tienen un ritmo cinematográfico, no sé, me lo imagino como fondo de un documental del Animal Planet (risas).

¿Cómo sigue la historia con el nuevo disco?
Y, vamos a re-presentarlo; porque salió en una fecha medio rara y con poca gente en Buenos Aires. Y un disco sirve para abrir puertas, tocar afuera… porque es lo que te puede asegurar ingreso de divisas. Es más fácil, al menos para mí, tocar en el exterior que en el interior del país. Yo sé que a otros músicos eso no les pasa; pero a mí se me dificulta y no sé por qué. No siento que la música que hago sea complicada. Pero es así.
Si no fuera la música, ¿qué?
La cocina. Me encanta cocinar. Ahora tengo poco tiempo, pero cuando puedo me mando con algún plato.
¿Cocinás como componés?
Sí, es bastante caótico también (risas). Puedo hacer recetas, pero en general veo lo que hay y cocino.
¿Estás bien, estás conforme con lo que sos o, de poder, revertirías algo?
No, estoy fenómeno… además se me están dando las cosas de acuerdo a como me las fui planteando. Me proyecto y de pronto, con el tiempo, me encuentro ahí.
Decime alguna cosa que te haya demolido y otra que te haya alegrado.
Una fuerte fue cuando me di cuenta de que lo que hacía era horrible y dejé de tocar en público para ponerme a estudiar. Eso fue un golpe duro. Y la contrapartida tiene que ver con algo que afortunadamente me pasa desde hace unos años que es el trascender. Porque cuando uno está tocando realmente concentrado, el cuerpo no existe; tampoco estás pensando en el cuerpo. Toda tu concentración se transforma en sonidos; pensás en sonidos, en ritmos, te olvidás del mundo.
¿Te abstraés así… para tanto?
Por supuesto… pero no solamente yo, todo el mundo… por eso ves en los músicos las caras que ven cuando tocan. Porque cuando te ponés a hablar con ellos no empiezan a hacer gestos raros (y pone caras muy graciosas) como si tuvieran ticks nerviosos (risas). En mi caso… yo no puedo hacer caras porque estoy tocando un saxo. Por un rato es como que dejás la materia y te transformás en otra cosa… una materia invisible.
¿Y qué te gustaría realizar que no hayas hecho?
Estudiar composición. Es algo que no logro hacer. Soy bastante intuitivo y a veces pierdo mucho tiempo… por no saber. Generalmente llego adonde quería llegar pero tardé un montón y por ahí era una pavada. Pero con mis limitaciones no me queda otra que el camino largo. Y por cabezón, por no tener más herramientas.
Y si es por soñar, me encantaría tocar con Hancock y con DeJohnette.
Lindo trío…
¿Te parece?
Me parece.
Marcelo Morales
Nota relacionada: Uno Por Cinco (+1) – Luis Nacht
