Jessica Pavone
La joven violista, violinista, bajista y compositora Jessica Pavone en su corta pero fructífera carrera artística, ha sabido ubicarse en un lugar de preeminencia en la escena de la nueva música creativa.
Observando con detenimiento su trayectoria, surgen de inmediato conceptos esenciales como coherencia, principios y pasión.
La coherencia es una conexión, relación o unión de unas cosas con otras basadas en una actitud lógica y consecuente con una posición anterior.
En el caso de Pavone, esa conexión se funda en principios éticos que orientan su accionar en el campo del arte musical. Y su pasión se manifiesta en un férreo compromiso creativo que la ha llevado a expresarse en contextos musicales que se distinguen invariablemente por su calidad, vocación innovadora y profundidad.
Pavone ha mantenido una prolongada sociedad musical con una de las figuras más relevantes del avant-garde, el saxofonista y compositor Anthony Braxton. Experiencia que se tradujo en extensas giras alrededor del mundo y en tres álbumes. Dos con el ensamble 12+1tet, 9 Compositions de 2006 y (Victoriaville) 2007 de ese mismo año y uno junto al Anthony Braxton Sextet, (Victoriaville) 2005.
Otro punto referencial en la carrera de Jessica Pavone es el dúo que conforma con la guitarrista Mary Halvorson, proyecto materializado en los álbumes Praires y On and Off.
Pavone también se ha mantenido ligada musicalmente con el brillante cornetista y compositor Taylor Ho Bynum. Ese enlace creativo se expresó en los álbumes Other Stories (Three Suites) del Taylor Ho Bynum’s SpiderMonkey Strings de 2005 y en The Middle Picture de 2007, aquí como integrante del Taylor Ho Bynum Sextet.
Su vocación exploratoria en el campo de la composición reconoce un amplio abanico de influencias que van de la música de cámara al folk y del jazz a la música soul. Esa diversidad se ha manifestado en el desarrollo de proyectos alternativos en los que recorre diferentes estilos, formatos y conceptos musicales.
Para el ensamble de cuerdas Till by Turning que integran Erica Dicker, Ami Cimini, Katherine Young y Emily Manzo compuso la obra Quotidian. En el 2002 editó 27 Epigrams, álbum en el que participan, además de Pavone en viola, Sussane Chen en fagot, Michael Hebst en corno inglés, Gil Selinger en cello, Jackson Moore en clarinete bajo y Dave Brant en marimba
En la actualidad lidera varios proyectos simultáneos, ejecutando en ellos distintos instrumentos. En el cuarteto de cuerdas …No Way to Say Goodbye, toca violín. En The Pavones, banda inspirada en la música soul de los 60’s, ejecuta viola y bajo eléctrico; y en su álbum más reciente Walking Sleeping Breathing se presenta en solo viola.
Pavone desarrolla, además, una intensa labor como sesionista. Participó junto a la Middletown Creative Orchestra en los álbumes 4.11.98 and 4.27.98 y Crystal Lake. Integra Imaginary Folk, proyecto cooperativo que completan Peter Evans, Amy Cimini y Brandon Seabrock. En el 2006 colaboró con Mike Pride en el disco The Ensamble is an Electronic Device. En el 2007 hizo lo propio con el Aaron Siegel Ensamble en Every Morning a History y con el William Parker’s Double Quartet en el álbum Alphaville Suite. Bajo la batuta de Assif Tsahar participó en dos álbumes de The New York Orchestra: Fragments y The Labyrinth. Formó parte de la Butch Morris and The Jump Orchestra, participación que quedo registrada en el álbum Conduction 117 de 2001. También acompañó a Jason Cady and the Artificials en Plastic Flowers y a Jackson Moore and the Laboratory Band en Volume 1.
Por si fuera poco, aparte de todo lo mencionado, desarrolla una consistente actividad pedagógica ya que enseña violín, viola, cello, piano y composición.
Jessica Pavone respondió a nuestras preguntas en tono confesional y con una contagiosa pasión. Nos describió en detalle su mundo y su ideario artístico. Un auténtico placer que nos permitimos compartir sin egoísmos con usted.
Contame algo sobre tus inicios, tu entorno familiar… ¿Cómo empezó todo?
Mis padres no son músicos. No creo que haya nadie en mi familia que lo sea, excepto el aprecio que tiene mi abuela por la música. Mi hermano tocaba batería y piano pero ya no lo hace más. Si bien no lo recuerdo, mis padres dicen que cuando tenía tres años empecé a pedir por un violín. Debo haber visto uno en televisión o algo así. Lo que sí me acuerdo es que a los cinco años seguía insistiendo; y cuando me preguntaron por qué quería uno, respondí que me gustaba su sonido. Deben haber pensado que esa respuesta era lo suficientemente respetable, porque después de eso mi madre me llevó a tomar lecciones de violín. Tuve muchos maestros pero sin abocarme a uno de ellos en especial. Uno falleció, luego nos mudamos, pasé a la viola cuando tenía 13 años… En definitiva, todos esos cambios tal vez expliquen que en mi mente ninguno se destaque lo suficiente para impactarme como maestro. En la secundaria tuve una profesora de piano que era bastante estricta y eso significó una línea divisoria para mí. Respondí bien a su riguroso enfoque. Probablemente ella fue el maestro más productivo con el que haya estudiado. En la secundaria toqué en la orquesta del condado y en orquestas barrocas. Me gustaba tocar el instrumento y fueron la música clásica y barroca (y la oportunidad de desempeñarme en esa situación), las que llegaron a mí. No escuchaba demasiado esa música por mi propia cuenta, excepto a Beethoven en ocasiones. Me crié con el rock clásico, al menos eso es lo que se escuchaba siempre en mi casa. Así que existía un tipo de división entre lo que estaba tocando en mi instrumento y lo que estaba escuchando para mí.
Teniendo en cuenta esa división entre lo que escuchabas y tu educación musical, ¿por qué elegiste la viola?
Cuando estaba en sexto o séptimo grado quise cambiar del violín al cello porque me sentía atraída por su timbre más grave. La viola, obviamente tuvo más sentido.
Vos recibiste todo tipo de influencias en tu carrera, incluyendo jazz, soul, música clásica y otros. ¿Cómo se juntaron todos esos elementos para terminar de formar lo que hoy es Jessica Pavone?
Fui una estudiante de conservatorio muy frustrada. Decidí ir a la escuela de música porque en realidad no estaba muy interesada en la escuela en general. No ir, no parecía una buena decisión, entonces creí que yendo a la escuela de música, lograría que me gustase entrar en el Universidad. Pensé que la escuela de música podía ser una experiencia creativa; y si bien estoy segura que en algunos lugares lo son, en la que me tocó ir no fue así. A medida que iba involucrándome más y más en el entrenamiento que me convertiría en un músico de orquesta, no sólo me daban ganas de llorar sino que también me hizo ver que no estaba identificada con ese rol.
La división entre el entrenamiento y tu interés…
La brecha entre mi entrenamiento y mis intereses era cada vez más profunda. La escuela tenía departamentos muy separados; y si uno quería averiguar otras cosas, como composición y jazz, el estricto plan de estudios no lo permitía. Creo que por entonces me faltó el tiempo y la confianza para seguir adelante y estudiar esas cosas por mi cuenta. Fue una etapa muy frustrante, a punto tal que pensé seriamente en dejar la música…
Pero…
Pero… cuando cursaba el último año de la escuela me encontré con algunos músicos que estaban estudiando en Weslayan con (Anthony) Braxton y comencé a hacer música con ellos. Un nuevo mundo se abrió para mí. Recuerdo que sentí como si hubiese encontrado lo que había estado buscando… aunque a decir verdad, no sé si sabía exactamente lo que estaba buscando, pero de inmediato supe que era mucho más estimulante que la escuela. Tuve oportunidad de experimentar durante un corto período en el enfoque musical del arte liberal (*), que en algunos aspectos es más saludable que el conservatorio.
(*) El concepto de arte liberal, heredado de la antigüedad clásica, hace referencia a su cultivo por “hombres libres” en oposición a las “artes serviles”. El término artes liberales designaba los estudios que tenían como propósito ofrecer conocimientos generales y destrezas intelectuales antes que destrezas profesionales u ocupacionales especializadas.
¿Cuál fue el cambio más importante que experimentaste en ese momento?
Por lo general siento que desde ese momento soy autodidacta. Claro que había recibido una sólida base técnica y el conocimiento del lenguaje musical, pero desde ese entonces exploro lo que me interesa por mi propia cuenta. Alrededor de esa época, justo después de la Universidad, decidí que quería escribir música y comencé a experimentar con diferentes ideas. He estado componiendo desde hace 10 años y sigo aprendiendo a hacerlo. Recientemente regresé a la escuela y obtuve un Master en composición lo cual fue, en muchos sentidos, igual de decepcionante que el bachillerato. Definitivamente no soy una persona para el tipo de educación organizada que ofrece la escuela.
¿De qué manera compensás eso?
En los últimos años estuve aprendiendo a través de la trascripción de música. Creo que es la mejor forma de aprender. Ahora mismo estoy transcribiendo la mayoría de los temas de Ottis Redding y los solos de los “Indigo’s” de Ellington (se refiere a Mood Indigo de 1930, álbum que marco el inicio de la época dorada para la música de big band) porque eso es lo me interesa en este momento. Hace poco hice lo mismo con los solos de Hank Williams en fiddle (instrumento predecesor del violín). Haciéndolo, asimilo esos lenguajes en su propia forma y amplío mi vocabulario personal. Aún tomo lecciones ocasionales, casi siempre en jazz. No he venido tocando en la tradición del jazz pero me siento identificada con ella y, mayormente, estoy tocando con músicos de esa tradición. Ha sido difícil comenzar con eso tan tarde, pero intentándolo estoy aprendiendo mucho. Es una manera diferente a la que me enseñaron a pensar sobre la música y me encanta sentir la curiosidad por saber a dónde llegaré con ella en diez años. También encuentro que aprendo un montón teniendo amigos músicos con quienes puedo debatir ideas tanto como desarrollar el proceso de elaboración de un cuerpo musical y actuar sobre el mismo.
¿De qué manera describirías tu profesión como músico? ¿Cuál es el impulso conductor?
¿Mi impulso? (Reflexiona unos instantes) Es difícil poner eso en palabras. Siento que la música, al igual que la vida, es una disciplina eterna. Creo que la práctica de la música se transfiere a otros aspectos de mi vida. Practico yoga, tengo una rutina de ejercicios… soy una criatura de hábitos. Me gusta hacer las cosas de manera constante y ver el progreso que se produce con el paso del tiempo. Me deleito con las realizaciones que vienen con la constancia de hacer las cosas y también con el desafío físico de tocar un instrumento, así como el esfuerzo mental que requiere. Me gusta proyectar algo y ver cómo crece luego de un año o dos, o el tiempo que lleve su conclusión. En alguna forma, toda música es un trabajo en curso a fin de completar un proyecto que, tal vez, se concrete tras una pausada revisión o retomándolo en unos pocos años. El proceso de creación de la música o la creación de cualquier otra cosa, es lo que realmente me impulsa. Y por supuesto, dar un concierto es fantástico, es como una mini recompensa a todos tus esfuerzos. La profesión de músico es una de las más interesantes. Siento como si llevara varios sombreros al mismo tiempo, soy compositora e instrumentista y en mi rol como instrumentista toco más de tres instrumentos. También doy lecciones privadas de música y paso una gran cantidad de tiempo organizando mi carrera. Planeo la mayoría de mis shows, tengo que hacer prensa, organizar ensayos, etc. No hay dos días de la semana iguales. Alguna gente cree que porque trabajo independientemente, no tengo que ir a una oficina todos los días; o que realmente no trabajo, pero es todo lo contrario. Trabajo un montón y los siete días a la semana.
Regresemos en el tiempo. ¿Cómo conociste a Anthony Braxton?
Conocí a Anthony (Braxton) durante el período en que estaba tocando con los músicos en Middletown, al final de la Universidad. Eso fue alrededor de 1998 y allí me mantuve hasta el 2000, que es cuando me mudé a New York.
Supongo que Braxton debe haber tenido una enorme influencia en vos. Ahora bien, hablando francamente, hay un montón de gente que no entiende la música de Braxton. ¿Cómo explicás eso y el hecho que, siendo un ícono de la música contemporánea, sus audiencias estén restringidas a un círculo tan limitado?
Bueno, hay un montón de buena música por ahí que tampoco vi. Nunca fui al Madison Square Garden a ver un concierto pese a que hubo millones. Realmente no creo que haya una respuesta a eso, salvo que la gente tiene diferentes gustos. Algunas de las audiencias más grandes para las que he tocado han sido con Anthony Braxton. Entiendo lo que querés decir… Está claro que no integra el Top 40 de la radio, pero la verdad es que no estoy involucrada en eso. Ésa es la diferencia entre arte y entretenimiento.