Darcy James Argue

En ese contexto: ¿cuál es tu percepción general sobre la dirección en que está yendo la música creativa?

¡Ésa es una gran pregunta! (exclama) Para ser totalmente honesto, no tengo idea. Pero tal vez las cosas parecen estar evolucionando en una dirección en la cual, por su propio bien, no hay un fetiche por la complejidad extrema y en donde los artistas que aún están buscando nueva y excitante música, se manifiestan dispuestos a ponerse en la fila de los que hacen que sus ideas sean comprensibles y emocionalmente resonantes para el oyente común. Al menos espero que ése sea el lugar a donde están yendo las cosas.

Otro aspecto de la actualidad es que el negocio de la música se está volviendo más y más difícil cada día. ¿Tenés algunas ideas sobre qué podría llegar a hacerse para facilitar un mejor clima para el músico creativo?

Una vez más, ésta es una pregunta enorme y ciertamente no tengo todas las respuestas (con tono de resignación). Creo, sin embargo, que muchos de los viejos argumentos en apoyo de la financiación de las artes, tales como que el jazz clásico merece fondos porque es un arte elevado a diferencia de otros géneros de música que son mero entretenimiento, ya no persuaden a mucha gente en la actualidad. En su lugar, pienso que lo que necesitamos hacer es convencer a la gente de promocionar un clima musical que contenga un montón de biodiversidad en sí mismo. La mayoría del arte que experimentamos es producido o financiado por asociaciones sin fines de lucro –y no me malinterpreten, ya que mucho de eso es genial- pero no creo que haya nadie que quiera vivir en mundo donde no existan alternativas viables para que las subvenciones corporativas también obtengan beneficios maximizando el arte.

Hablemos sobre la composición. Muchas de tus composiciones son densas, a menudo tienen varias secciones con un montón de cosas diferentes pasando al mismo tiempo y tienden a tener más de uno o incluso múltiples motifs o estilos coexistiendo en una misma canción. Tal vez por ello, siento especial curiosidad por conocer detalles sobre tu proceso de composición…

Esencialmente, hago un montón de trabajo pre-compositivo, partiendo de la idea central de la pieza y trabajando sobre varias permutaciones y posibilidades para luego reducirlas a las que realmente quiero utilizar. Trato de mantener en mi cabeza la forma general de la cosa mientras escribo, pero a menudo es sólo una idea aproximada. Con frecuencia la música empieza a empujarme en direcciones inesperadas; y es allí en donde trato de escuchar hacia dónde parece querer ir la pieza.

Esto me lleva a otra pregunta acerca de la composición. Tu sonido tiene una mezcla de alineaciones tímbricas muy interesantes y -en lo que parece ser una marca registrada de tu estilo- todos los instrumentos conservan su propia identidad y sus sonidos respectivos son claros y accesibles. ¿Cómo manejás eso?

La claridad es extremadamente importante para mí, aun cuando las cosas se ponen densas y complejas. Supongo que algo sobre lo que trato de tener consciencia es la velocidad con la que introduzco nueva información, de modo que no tienda a echarle todo a la vez al oyente. También debo darles mucho crédito a los músicos de Secret Society. Les hago un montón de demandas horriblemente irracionales pero ellos siempre están a la altura de las circunstancias.

Has sido comisionado para escribir algunas obras. Cuando componés por encargo, ¿hay muchos parámetros establecidos a seguir?

En realidad no he tenido demasiadas comisiones; pero en las pocas que tuve, las únicas restricciones han sido sobre la duración y la instrumentación.

¿Quiénes han influido en tu enfoque como compositor y líder de banda?

Demasiados para enumerarlos aquí. He tenido la fortuna de estudiar en privado con Bob Brookmayer, Maria Schneider y un poco con John Hollenbeck. En el New England Conservatory tomé la clase de George Russell sobre su concepto lydio-cromático de organización tonal y también toqué algo de su música. Estudié orquestación con Lee Hyla y Randy Woolf. Cuando me mudé a New York participé en el BMI Jazz Composer Workshop que, en ese momento, estaba dirigido por Jim McNeely y Michael Abense. También me siento inspirado por compositores como Django Bates y Guillermo Klein y mis colegas Joe Phillips y Sherisse Rogers, entre muchos otros.

Entonces hablemos de una de esas influencias en particular. Me refiero a Bob Brookmayer, quien según creo ha sido una gran influencia para vos

Bob (Brookmayer), además de ser un trombonista y compositor magistral, es alguien que creció en el centro de la fuente original en donde emergieron las big bands (se refiere a la ciudad de Kansas) y también un fantástico profesor. Él me enseñó la paciencia, que quizás sea la virtud más difícil de transmitir a un joven compositor.

Retrocedamos en el tiempo. Contame algo sobre el entorno familiar en el que creciste…

¡Puedo asegurarte que no es tan interesante! (sonríe). Crecí en un suburbio de Vancouver (Columbia Británica, Canadá) y tuve la clase de alienación y angustia juvenil que experimentan prácticamente todos los pibes que son artistas. Nadie en mi familia estaba inclinado a la música.

¿Cuáles son los primeros recuerdos musicales que vienen a tu mente?

En la banda de jazz de la primaria tocamos una, muy simplificada, versión de Us de Thad Jones. Me gustó mucho esa pieza así que fui y me compré un casete de la Thad Jones/Mel Lewis Orchestra, un “best of” que compilaba material de los primeros años de la banda y me la pasaba escuchándolo en mi walkman. Otro favorito de aquel entonces fue In Orbit, grabación de Clark Terry y Thelonius Monk.

¿Qué motivó que fueras a vivir a New York y cómo cambió, a partir de eso, tu concepción de la música?

Después de graduarme en el New England Conservatory (Boston, Massachusetts) pasé un año trasladándome diariamente a New York para asistir al BMI Jazz Composer Workshop. En aquel tiempo pensaba que era una idea bastante loca querer mudarme a New York para empezar con una big band; pero aun así… lo hice. Fue algo totalmente insano, pero un montón de gente en el taller (en alusión al BMI Jazz Composer) había hecho exactamente eso, así que al menos me sentí rodeado por otra gente igualmente loca que estaba tratando de hacer lo mismo.

Si tuvieses que hacer un balance de tu carrera, ¿podrías decir que estás satisfecho con los resultados?

Si estás hablando de un balance en términos financieros… bueno, es probable que lo mejor sea no pensar en ello demasiado. Pero, obviamente, he sido increíblemente gratificado y honrado por la clase de elogios que Infernal Machines ha recibido. En ese sentido me siento extraordinariamente afortunado, ya que hay muchos compositores por ahí haciendo grandes cosas y la gran mayoría de ellos todavía no han sido captados por el radar…

Para concluir: ¿qué deseos, sueños y objetivos querés alcanzar en el futuro?

Mi objetivo es llevar esta música a tantas personas como sea posible. Secret Society estuvo brevemente en gira por Europa este verano y espero volver allí el año próximo. Irónicamente, en términos financieros es mucho más difícil para nosotros hacer un tour en Estados Unidos, pero también espero que eso empiece a ocurrir con más frecuencia. Lo que realmente me gustaría es tener la oportunidad de dedicarme tiempo completo a la composición, a mi rol como líder de banda y a la enseñanza, cosa que también disfruto. Con un poco de suerte, ese día llegará pronto…

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Sergio Piccirilli