El Ojo Tuerto

Van der Graaf Generator: Una Esperada Celebración

El sobrio recinto del tradicional Royal Festival Hall fue el marco adecuado para que brindaran el regreso, un teatro sin la pomposidad del Royal Albert Hall (que curiosamente esa noche también acogía la cuarta y última presentación de otro regreso muy esperado, el de Cream, aunque éste fuera a todo nivel la antítesis del de VdGG) pero con un espacioso escenario acostumbrado a albergar a las orquestas clásicas y una excelente acústica. Sin dramatismo alguno o golpe de efecto, una vez que el público había llenado la sala se bajaron las luces de la misma y los músicos hicieron su entrada en fila india sobre el escenario bajo una gran ovación. De izquierda a derecha se acomodaron Banton, Evans, Hammill y Jackson, aunque en los temas que cantara en sus teclados, Hammill se sentaría en el extremo derecho del escenario enfrentando a Banton desde el otro extremo del mismo. El tema de apertura fue el “Undercover Man” de “Godbluff” al cual le siguió “Scorched Earth” del mismo seminal álbum; y ya de comienzo quedaron muy claro dos cosas: una, que VdGG no es Peter Hammill con una banda de acompañamiento, es una VERDADERA banda donde los cuatro aportan lo suyo en partes iguales, más allá de que la mayoría de los temas le pertenezcan al vampiro de Bath; y dos, que eso no era un ejercicio de nostalgia o de recreación de viejos buenos tiempos sino que la música de VdGG es totalmente atemporal y su forma de tocar seguía los mismos parámetros de riesgo e improvisación que en la década del setenta (y ahí la mayor diferencia con los Cream que sonaron como lo que son: un trío de músicos profesionales muy mayores tocando correctamente sus viejos temas de antaño, sin fuego, más allá de algún chispazo de Baker o algún aislado solo inspirado de Clapton, ¡quien no tuvo la educación de llevar una Gibson ninguna de las cuatro noches del RAH!), demostrando en vivo y en directo que son una de las mejores bandas de la historia, sin vueltas.

Cuando uno se estaba empezando a recomponer de la emoción de escuchar esos dos temas casi pegados de apertura sucedió lo más inesperado, (¡sobre todo para un tercer tema!):  Hammill, quien había cantado los dos primeros temas sin tocar instrumento alguno parado sobre el centro del escenario (y ¡Mi dios… cómo canta cuando no toca…!) se sienta por primera vez en su teclado y comienza a tocar nada menos que “Refugees” de “The Least We Can Do…”, que cualquiera hubiera imaginado, en el mejor de los casos, en los bises del final, pero no, se la sacaron de encima sin piedad allí nomás al comienzo…¡¡¡fue duro ver llorar a tantos hombres hechos y derechos!!!
Cada tema la banda se iba afianzando más y más; y luego de la sublime versión de “Refugees” atacaron los dos mejores temas del nuevo disco “Present”, “Every Bloody Emperor” y “Nutter Alert”, con nada menos que “Lemmings”  de la opera magna “Pawn Hearts” en el medio de los dos, sin notarse bajón alguno. Lo cual dice mucho de la  calidad de esos temas al poder escucharlos en directo junto a clásicos probados y conocidos.

Hasta ese momento el recital era fantástico, soñado. A partir de aquí, a la mitad exacta de la noche, en el séptimo tema de los catorce que tocaron, la cosa cambió. Las luces bajaron hasta dejar el escenario en penumbras donde sólo sobresalía la fantasmal figura de un Hammill todo de blanco en trance frente a su micrófono mientras Banton comenzaba a desgranar  amenazadoras líneas de bajo desde su pedalera. Sí, era el momento tan esperado como temido (los fans de VdGG comprenderán el porqué), era el turno de “Darkness (11/11)”, un tema que sólo se puede tocar al límite, bordeando el desmadre y cantando hasta casi perder las tripas. Y lo hicieron, ¡¡vaya si lo hicieron!! La banda pareció prenderse fuego levantando la  intensidad más allá de todo lo hecho esa noche hasta entonces, mientras un Hammill totalmente poseído agitaba sus brazos como una marioneta movida por la propia música o caminaba por la parte trasera del escenario (como esos locos que van por la calle hablando solos con sus propios demonios) sin parar, mientras sus compañeros arremetían con la furia instrumental. Y a partir de ese momento la noche pasó a convertirse en uno de los hechos más importantes y profundos a los cuales haya tenido la oportunidad de vivir a nivel artístico y musical, a la  vez trascendiendo eso, porque había una inmensa alegría sobre ese escenario, algo que obviamente inundaba al resto de la sala. Y no porque se estuviera tocando música festiva precisamente.

Reitero, a partir de “Darkness” el recital entró en otra categoría, no mensurable ni clasificable, en otra dimensión a la que estamos acostumbrados a asistir; para colmo, el tema siguiente fue nada menos que “In The Black Room”, catedral sonora que personalmente me noqueó y no esperaba en absoluto. Un tema que Hammill había compuesto para el fallido disco continuación de “Pawn Hearts”, que  VdGG grabara al pleno y tocara en directo a principio de los setentas pero que finalmente fuera editado en el segundo disco solista de Peter (“Chameleon In The Shadow Of The Night”), algo hermosamente sobrecogedor.

Cada tema que siguió fue una obra maestra, (basta echar una mirada al set list). Los bises fueron otro ejemplo de lo monumental de la noche: primero “Killer” (“Asesino”) con toda su furia desatada y por último el final perfecto con el himno “Wondering”, (un gran gesto de concordia de Hammill hacia Banton cerrar con este tema escrito por ambos) cuyos apropiados versos iniciales dicen:
“Me levantaré,
En lo más profundo,  abriré los ojos,
Aunque mi respiración casi me falte, sobreviviré”

Marcelo Gobello (columnista invitado).

Nota: las fotos fueron extraídas del site http://www.vandergraafgenerator.co.uk/ 

Nota relacionada: Van Der Graaf Generator – Present

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