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Kneebody: You Can Have your Moment

Teddy Ruxpin, Held, The Entrepreneur, No Thank You Mr. West, You Have One Unheard Message, The Blind, You Can Have your Moment, Desperation Station, Nerd Mountain, Call, Unforseen Influences, High Noon

Músicos:
Adam Benjamin: Fender Rhodes, efectos
Shane Endsley: trompeta, efectos
Kaveh Rastegar: bajo eléctrico, efectos
Ben Wendel: saxo, melódica, efectos
Nate Wood: batería

Winter & Winter, 2010

Calificación: Está muy bien

Cada momento es de oro si se puede reconocer como tal (Henry Miller)

Kneebody, tras casi una década de existencia, se ha convertido en una de las bandas más personales, significativas y consolidadas de la escena musical del nuevo milenio. Su amalgamado imaginario creativo se nutre de una amplia paleta de colores e influencias en donde confluyen la sofisticación instrumental y la libre improvisación; la visión futurista del post-rock y un elegante acercamiento al pop desde una perspectiva camarística; el cabal conocimiento de los códigos anclados en el M-Base y la sublimada presencia de recursos orquestales asociados a la tradición del jazz, por sólo citar algunas de sus fuentes de inspiración más representativas.
Un factor que dignifica la propuesta musical de Kneebody es que, aun en su constante evolución a través de los años, ha sabido permanecer fiel a sus valores estéticos originales. La identidad sonora que los distinguió en sus inicios como banda independiente en formación, se mantiene incólume ahora que han llegado: el reconocimiento del público y la crítica, su incorporación reciente a uno de los sellos discográficos más prestigiosos de la actualidad como Winter & Winter y hasta una nominación al Grammy por su elogiado álbum en sociedad con Theo Bleckmann Twelve Songs By Charles Ives de 2008.
Esa fidelidad a sus principios medulares sumada a la firme convicción de que todo reconocimiento deviene de la coherencia en el proceder, la paciencia y en la capacidad para saber esperar; parece tener implícito correlato en el optimismo que brota de la frase que da título a su nuevo álbum: You Can Have your Moment (en inglés, “podés tener tu momento”).

La palabra momento, además de describir una porción de tiempo muy breve en relación a otra, también puede servir para determinar un lapso de tiempo más o menos largo que se singulariza por alguna circunstancia especial. Asimismo, entre las acepciones más frecuentes, hallamos que el término momento resulta equivalente a oportunidad o es utilizado para definir una ocasión considerada propicia. Su raíz etimológica proviene del latín momentum que viene a significar más o menos lo mismo pero que, al ser expresado en latín, adquiere otro status (que, dicho sea de paso, también es un vocablo en latín). Por ejemplo… si uno le pide a otra persona que nos espere “un momento”, lo más probable es que no lo haga o que le dé igual hacerlo o no. En cambio si lo decimos en latín con la voz impostada y una corona de laureles adornando nuestra testa, aunque no vayamos, nos esperaran in eternum o ad infinitum. Ya que estamos, le cuento que la palabra latín deriva (valga la redundancia) del latín latium, voz que antiguamente se aplicaba a los nacidos en la provincia de Lacio al sur de Roma; quienes -justamente- hablaban una lengua llamada latín.
En verdad hay tantas palabras cuyo origen se asienta en el latín que, sólo para comprobarlo, me siento tentado a escribir el resto de este comentario íntegramente en esa lengua. De hecho, ese impulso es tan poderoso que me animaría a reformular lo antedicho para expresar que momentum, aun cuando la verba volant scripta manent, tanto en stricto sensu como ad pedem litterae es idem a lo que dixi ut supra… pero no lo haré. Y no lo haré por temor a que alguien a vervis ad verbera me dé ex profeso e ipso facto un puntinasum grosso en el curriculum.

De regreso a las implicancias de la frase “podés tener tu momento”, corresponde consignar que la importancia de cada momento en particular no sólo depende del valor que le otorguemos sino también de su correcta identificación. A veces ese “momento especial” podrá ser intuido o anticipado, en otras buscado y planificado y en ocasiones puede resultar inesperado o hasta completamente ignorado.
A tenor de lo expuesto, cabe consignar que Kneebody está atravesando por su mejor momento y que eso parece obedecer a la búsqueda y a la planificación más que a lo intuido o lo inesperado.

El álbum You Can Have your Moment se integra de manera natural, orgánica y homogénea al cuerpo musical desarrollado por la banda durante una década; pero también exhibe los notables avances obtenidos tanto en el dominio idiomático de la improvisación como en la manera de hacer converger en equilibrio las diferentes sensibilidades compositivas de sus integrantes.
Un elemento capital en el alegato estético pregonado por Kneebody es que la banda no actúa al arbitrio de un líder sino que privilegia la distribución de roles y funciones estructurales. Esa vocación democrática llega incluso a manifestarse en episodios anecdóticos. Un buen ejemplo a citar en esa dirección pueden ser los temas Teddy Ruxpin y Nerd Mountain; cuyos títulos no provinieron de su autor (Shane Endsley) sino que fueron aportados por Kaveh Rastegar y Nate Wood, respectivamente.

En la apertura, con Teddy Ruxpin, hallamos dos secciones a intervalos regulares que comprimen el rango de influencias para construir un género inclasificable del cual parece desprenderse una visión posmoderna o vanguardista de la música de fusión. El unísono inicial que construyen los vientos colisiona con los agitados patrones percusivos que dispara la batería de Nate Wood. Luego, el ingreso de Kaveh Rastegar en bajo y el piano eléctrico de Adam Benjamin, le otorgan carnadura definitiva al entramado armónico, propiciando las sobresalientes exposiciones solistas de Ben Wendel y Shane Endsley. A este último, justamente, pertenece la siguiente pieza: Held. La claridad expositiva alcanzada sorprende, sobre todo, en relación a la multiplicidad de texturas y la gran cantidad de información armónica contenida en su núcleo. Todo coronado en una notable intervención solista de Ben Wendel en saxo.
La composición de Adam Benjamin The Entrepenur ofrenda un clima vaporoso y etéreo signado por pausados movimientos armónicos y delicados efectos ornamentales luego rematados en un contenido y sutil ascenso dinámico.
La pieza de Ben Wendel No Thank You, Mr. West entrelaza una disposición sonora asociada al jazz-rock (aquí exaltada por una protagónica aportación del piano Fender Rhodes) con quiebres rítmicos y exposiciones fragmentadas que se manifiestan vecinas a los principios doctrinarios comprendidos en el M-Base.

En contraste con las complejidades orgánicas de los temas precedentes llegan los adictivos impulsos rítmicos que propulsa la pieza de Adam Benjamín You Have One Unheard Message y la elegancia orquestal que adorna al encantador optimismo melódico imaginado por Kaveh Rastegar para The Blind.
El carácter esperanzador se extiende a la canción que da título al álbum en donde la sencillez en la resolución de su melodía y las refinadas texturas resultan subrayadas por el hipnótico up-beat que edifica la batería de Nate Wood.
La composición de Adam Benjamin Desperation Station nos transporta con sus tenues climas e incorpóreas sonoridades a una atmósfera lejana y envolvente, mientras que las angulosas aristas armónicas del tema de Shane Endsely Nerd Mountain se distribuyen sobre dos agitados segmentos divergentes unidos por un patrón rítmico común. El colorido Call, tema cuya autoría pertenece a Ben Wendel, evoluciona progresivamente a partir de un andamiaje sonoro montado sobre dos líneas melódicas principales, frecuentes cambios de ritmo y una estratégica rotación en la jerarquía asignada a cada instrumento.

Desde los fluidos movimientos en intervalos de Unforseen Influences emergen amplios espacios para la improvisación en donde sobresalen las intervenciones solistas de Shane Endsley en trompeta y el saxo de Ben Wendel y los inquietantes comentarios aportados en piano eléctrico por Adam Benjamin.
El tema de Shane Endsley High Noon, finalmente, es una experimentación sobre tres ciclos rítmicos hilados por la melodía que dibuja el Fender Rhodes de Adam Benjamin. A pesar de su laberíntica concepción la pieza logra deslizarse con claridad expositiva, al amparo de la precisión del tándem rítmico que construyen la batería de Nate Wood y el bajo de Kaveh Rastegar.

Kneebody, en You Can Have your Moment, confirma el gran momento que está atravesando pero, más allá de ese carácter transitorio, también logra demostrar que es posible alcanzar una meta conservando la fidelidad con los propios sueños y utopías.

La gloria del mundo es transitoria y no es ella la que da la dimensión de nuestra vida, sino tener fe en nuestras utopías y luchar por nuestros sueños. (Paulo Coelho)

Sergio Piccirilli

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