El Ojo Tuerto

Living Colour: Apto para dentistas

La Trastienda – Buenos Aires
Viernes 13 de noviembre de 2009 – 0:00 hs.

La odontología es una especialidad médica (y quirúrgica, atenti…) que se encarga del diagnóstico, tratamiento y prevención del aparato (agarrate) estomatognático. Así como lo lee: aparato estomatognático. Extrañamente, en el diccionario de la Real Academia Española no figura estomatognático ni estomatognatismo, ni estomatog… nada. Pero no iban a doblegarnos así nomás; así que luego de convocar a una junta que de patriótica nada, pero de medicina un poco, estamos en condiciones de afirmar que el aparato estomatognático incluye a los dientes, la lengua, la encía, el paladar, la mucosa oral, las glándulas salivales y también a las amígdalas, los labios, la orofaringe y la articulación (¡ay!) temporomandibular (cuya definición tampoco podemos encontrar en el diccionario de la R.A.E.).

Dicen que el primer dentista fue un tal Hessie-Re, allá lejos y hace tiempo, en el año 3.000 antes de Cristo, o si usted prefiere hace 5.000 (por eso de las creencias religiosas, ¿vio?). No me quiero imaginar una extracción en esa época… o un tratamiento de conducto… y la anestesia… ¿un garrotazo? Y en lugar de torno, ¿qué usaban? En fin… la cosa fue mejorando pero no sé si… porque más adelante en el tiempo, los encargados de extraer piezas dentarias eran los… peluqueros. Sí señor, entre pelo y barba, la patilla y la raya al medio, chau muela.

Saltándonos algunos capítulos en la evolución de la especialidad (no vaya a ser cosa que de los pobres dientes se hayan ocupado herreros, carpinteros o bufones), llegamos a un tal Pierre Fauchard, considerado el padre de la odontología moderna (¿y la madre, quién es?). Cirujano militar nacido en Gran Bretaña en 1678, se trasladó a París en 1729, lugar en el que residió hasta su c'est fini, en 1761. A ver… 300 años atrás… Don Pierre perfeccionó e inventó varias piezas artificiales para sustituir una parte de los dientes y para remediar su perdida completa. Pese a que en esa ápoca difícilmente alguien compartiera sus conocimientos, Fauchard, seguro de sí mismo, explicó mediante libros, charlas, conferencias y diversos artículos, todo aquello que prueba va, prueba viene, había confirmado como avances en el terreno odontológico.
En su "El cirujano dentista; o tratado sobre los dientes" se reflejan muchos de los procedimientos e ideas que tienen vigencia en la actualidad.
Trató la anatomía y la morfología dental, disertó sobre la caries dental, sus causas y prevención, rechazó la existencia del "gusano dental" ya que (declaró) "nunca he visto gusano alguno ni con mis ojos ni con el microscopio". Sostuvo la importancia de retener los dientes hasta que cayeran por sí mismos, trató la reimplantación de dientes arrancados y hasta el trasplante de los mismos de una persona a otra. Este adelantado ya utilizaba la técnica del empaste con su relleno de plomo y zinc. Describió cómo construir puentes individuales y prótesis. Hay mucho más, incluso algún dislate… Pierre Fauchard sostenía que había que enjuagarse la boca cada mañana con varias cucharadas de orina reciente (propia), para una buena salud. Gracias, paso…

Todo esto es para convencerlo (y convencerme) que hoy día no es tan complicado visitar a un dentista; ni tan doloroso. En especial si el odontólogo es amigo suyo y la idea es charlar… Nadie se ha muerto por mantener una conversación con un dentista. Y tampoco por una extracción dentaria… creo… bah… no sé… Lo que sí es cierto es que en la época de Pierre Fauchard, a uno (a otro), lo atendían en el piso, el profesional de pie, un par de tragos de whisky, aguardiente, vodka o alcohol de quemar, abrir la boca y perder el conocimiento. Suerte que a partir de 1842 comenzó a usarse anestesia… y la primera extracción dentaria sin dolor se realizó en 1844. Así que ya sabe lo que tiene que hacer con sus temores. Una preguntita… ¿puede usted ocuparse de los míos?

Como le venía diciendo (pero usted insiste en distraerme), el viernes 13 de noviembre a la medianoche fue la primera de las actuaciones de Living Colour en La Trastienda. Iban a ser dos, pero se agregó una tercera. El cuarteto neoyorquino visitaba Buenos Aires por tercera vez…. no… es la cuarta… a ver… no… la quinta. ¡La quinta! A ver… debut en 1993, luego cuando se reunieron en el 2001, a presentar Colleidoscope en 2004, porque sí en 2007…. sí, la quinta. O sea… (tres por cuatro doce menos siete, cinco más nueve catorce por dos veintiocho menos tres veinticinco y la raíz cuadrada da… sí… cinco).
Iba a escribir "como todos ustedes saben"; pero… si lo saben… ¿para qué ser redundante?. Y además, ¿por qué creer que "todos saben"? Escrita la justificación, podemos seguir: como algunos ya sabrán (je…), Living Colour es un cuarteto de morochos neoyorquinos que se conformó hace ya un cuarto de siglo. A lo largo de su existencia hubo una sola modificación; el bajista original, Muzz Skillings, dejó la banda luego de los álbumes Vivid (1988) y Time's Up (1989). Así quedó conformado el cuarteto hasta el día de hoy: los originales Vernon Reid (guitarra), Corey Glover (voz) y Will Calhoun (batería) más Doug Wimbish (bajo). Grabaron Stain en 1993 y luego se separaron. Para nunca más volver. Diferencias irreconciliables. Cuando decimos no, es no. Que no insistan. Todos tenemos nuestros proyectos por separado y estamos muy bien así.
Minga.

Se reunieron en 2001, grabaron Colleidoscope en 2004 y acaban de editar su quinto álbum en estudio titulado The Chair in the Doorway. Que algunos se arriesgan a decir que es el mejor disco de su carrera. Una afirmación temeraria, teniendo en cuenta el escaso tiempo transcurrido desde su aparición y el nivel de, al menos, los tres primeros. Pero no hay dudas de que The Chair in the Doorway tiene indisimulables valores artísticos y un grado de compromiso (no sólo musical) afín a la historia del cuarteto.
La pregunta que nos hacíamos, previo al concierto, tenía que ver con el repertorio que Living Colour interpretaría en sus shows porteños. ¿Se tirarían a la pileta ofreciendo el nuevo álbum en su totalidad? ¿Apostarían a los clásicos-que-siempre-pagan en detrimento del nuevo material? ¿Sería un mix? ¿Y cómo cuajarían las nuevas composiciones con los caballitos de batalla? A favor teníamos que en cada una de las actuaciones que hemos presenciado, el cuarteto la gastó. Pero el tiempo pasa… inexorablemente… y los que en 1993 promediaban unos 30 años per cápita, ahora rondan los 50 (un par de ellos, más; el otro par, menos).

La primera de las presentaciones en La Trastienda estaba anunciada para la medianoche del viernes; ya sábado, a las 0:48, con el recinto de bote a bote y los asistentes coreando el poco feliz "olé, olé, olé olé… Liviiin… Colorrrrrrr…", Vernon Reid en guitarra, Corey Glover en voz, Will Calhoun en batería y Doug Wimbish en bajo (locales desde siempre en Buenos Aires) deciden forzar la máquina. Sin vuelta previa ni kilómetros en ablande, largan con Middle Man (de Vivid). Una pantalla muestra imágenes lisérgicas. Parece que están intactos. Preocupa lo arropado que está el cantante… la temperatura es altísima… pero no les importa. La gente corea hasta el solo de Vernon Reid (dicho sea de paso, magnífico). Un gran comienzo que tiene su continuidad con Desperate People, también de Vivid. Un Corey Glover soberbio empezando a exigir su garganta y ésta que le responde de la mejor manera. Will Calhoun, detrás de la pirotecnia sonora, se destaca por su precisión y manejo del instrumento. Wimbish no explotó aún, pero es quien sostiene todo permitiendo que sus compañeros jueguen e improvisen a piacere. Otro clásico: Go Away, de Stain, acelera el ritmo cardíaco. Mientras Calhoun se abona a la polirritmia, Glover le saca una cámara a un fan y comienza a filmar él. Tranquilos… la devolvió. Y luego vació una botella de agua sobre los asistentes (bah… algunos de ellos). Un comienzo como para (ya) retirarse feliz.

Nos preguntábamos acerca de cuál sería el repertorio elegido… Vernon Reid toma el micrófono y adivinamos lo que dice: "vamos a tocar algunos temas de nuestro último disco". Y fueron cinco en fila. Evidentemente que confían en el material de The Chair in the Doorway. Y que lo tienen aceitado. Se suceden Burned Bridges (pasta de futuro clásico, gran entramado guitarrístico, furibundo solo de Reid), The Chair (con momentos trash de precisión envidiable), DecaDance (gran cadencia y cierto aire arabesco en el solo del guitarrista), Young Man (con base electrónica semi disco y unos imposibles agudos de Glover) y Method (hipnótico momento con el cantante destacándose nuevamente… y mucho).

Volvemos a Stain para Bi, excelente entrega, más bluesy. Vernon Reid, señores, lo sabe todo acerca de su instrumento. Doug Wimbish realiza un solo extrayendo sonidos más propios del synthaxe que de un bajo eléctrico. Es su momento: toca con los dientes mientras la gente le acaricia la cabeza, acerca su instrumento para que el público toque con él… la comunión ya hace rato que es plena.
El que también tuvo su cuarto de hora (literal: 15 minutos) fue Will Calhoun, con un solo que incluyó palillos multicolores y prácticamente todos los recursos del baterista. No soy muy amigo de este tipo de ejercicios onanísticos, pero Calhoun es bueno en serio. Aunque el solo pareció un poco… largo… como 15 minutos… o sea…
Siguió una correcta Glamour Boys (Vivid), con Glover actuando el tema y la gente absolutamente rendida. Y vuelven a su último CD con una trilogía: Behind the Sun (teniendo en cuenta el contexto, un momento de transición, con Reid tocando la guitarra como si se tratara de un stick), Out of Mind (demoledora, preciso y sutil trabajo de Calhoun en el pandemonium y el cantante que vuelve a sorprender) y, en medio de ambas, Bless Those; que si al escuchar The Chair in the Doorway se transformó en mi favorito del álbum, su versión aquí fue estremecedora. Un groove irresistible con un Wimbish ubicuo, un Glover que ya contamos, un Calhoun que opta por las sutilezas y Reid… cuánto, pero cuánto sabe este muchacho…

Y si hasta aquí el concierto había mostrado a Living Colour en todo su esplendor todo (y miren que es mucho), la seguidilla final cortaría el aliento.
(Disculpen un segundito… pero desde hace rato que tengo un dolorcito "acá").
Elvis Is Dead no tuvo aquí el solo de saxo de Maceo Parker del original (Time's Up), ni el de algún invitado local (algo que ha sucedido); pero… un pogo generalizado, la banda acelerando sin derrapar y un Corey Glover encendido que vocifera en castellano "¡¡¡Elvis está muerto!!!", adopta pose y estilo de Elvis Presley (o Sandro, perdón…) para Hound Dog y se permite la cita a Frank Zappa con Elvis Has Just Left the Building. Creímos que era el final pero no… Type (también de Time's Up), es un clasiGol inoxidable. Y ni qué explicar lo que sucedió con Time's Up (el tema), con Reid echando el resto y todos absolutamente entregados. El final oficial fue con Cult of Personality (Vivid), en extraordinaria entrega.

Mientras empezamos a ubicar el dolorcito (cierta molestia mandibular), el cuarteto regresa para un único bis. La elección no fue la previsible Love Rears Its Ugly Head, sino el clásico de Cream: Sunshine of Your Love. Al que le adosaron What's Your Private Color? (Vivid). Quedó claro, por supuesto, que Vernon Reid no es Eric Clapton. Es mucho mejor.

Así llegamos al final, con el dolorcito transformado en dolor hecho y derecho y sintiendo que algo no estaba del todo firme en nuestra cavidad bucal. De a poco fui comprendiendo… a varios les había ocurrido algo similar. Las casi dos horas de concierto me han dejado exhausto, eufórico, sorprendido, maravillado, feliz. La misma sensación tenían aquellos a quienes vi tomándose la cara con ambas manos y con gesto adusto, casi a nivel de incompresión.
Es que Living Colour nos brindó un concierto extraordinario, de ésos que no se olvidan. Ni fácil ni difícilmente. Pero algunos recaudos habrá que tomar para la próxima. La producción no puede pasar por alto lo acontecido. Y es que estos cuatro morochos neoyorquinos no pararon de aflojarnos las muelas durante casi dos horas.
Por eso… para la próxima… un séquito de dentistas.
Por las dudas…

Marcelo Morales

Nota: Fotos del concierto, gentileza de Laura Tenenbaun y www.tribulaciones.com

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