El Ojo Tuerto

Todd Sickafoose’s Blood Orange / Stained Radiance (Nels Cline & Norton Wisdom): La entrada cuesta la razón

Temple Bar – Santa Monica (U.S.A.)
Martes 9 de setiembre de 2008 – 20:00 hs.

Con motivo de la reciente edición del álbum Tiny Resistors, se presentó en la ciudad de Santa Monica el contrabajista Todd Sickafoose y su banda Blood Orange integrada por Jenny Scheinman en violín, el guitarrista Mike Gamble, Ara Anderson en trompeta, pump organ y glockenspiel, el trombonista Alan Ferber, Ben Wendel en saxo y Simon Lott en batería. En esta ocasión, secundados por un acto soporte de lujo: Stained Radiance, proyecto artístico interdisciplinario que conforman el guitarrista Nels Cline y el pintor Norton Wisdom.
Sickafoose
, en los últimos años, ha estado consistentemente asociado a la cantante Ani Di Franco; pero también supo mantener en ese tiempo una prolífica actividad como sesionista, trabajando en un amplio rango de estilos musicales junto a artistas de la talla de Don Byron, Nels Cline, Bobby Previte, Scott Amendola, Jessica Lurie, Adam Levy, Carla Bozulich, Will Bernard, Myra Melford y Jenny Scheinman, entre otros.
Todd Sickafoose lleva editados tres discos como líder: Dogs Outside de 2002, Blood Orange de 2006 y el ya mencionado Tiny Resistors de este año. Trabajos que lo han posicionado como un compositor de inexpugnable originalidad y con suficiente capacidad para articular un vasto universo musical que reúne el jazz, el folk, el indie-rock, el minimalismo, el pop e incluso la música de cámara.
Como ya mencionamos, la oferta artística ofrecida en el Temple Bar incluía a Stained Radiance, experimento en el que el notable guitarrista Nels Cline y el afamado pintor Norton Wisdom manifiestan una estética que, bajo los influjos de la libre improvisación, conjuga a dos poderosas expresiones del arte: la música y la pintura.

Víctor Hugo aseguró, cierta vez, que el futuro tenía muchos nombres. El genial autor de Los Miserables dijo que los débiles llamaban al futuro lo “inalcanzable”, los temerosos lo describían como “lo desconocido”, mientras que para los valientes era “la oportunidad”. Tanto talento junto reunido en un mismo escenario y tanta gente con vocación creativa en un mismo tiempo y lugar, era “la oportunidad” para atravesar simbólicamente el umbral de un tiempo por venir. Casi como si pudiese observarse una porción del futuro del arte sin abandonar el presente.
Espero que comprenda que este arresto poético es producto de un súbito ataque de inspiración y de un par de botellas de cabernet sauvignon. Lo cual es lógico, ya que resulta frecuente que la ingesta alcohólica excesiva derive en algún tipo de arresto.
Según Schopenhauer el arte, y sobre todo la música, es el único modo de contemplación desinteresada del mundo. Allí es donde se revela el verdadero sentido de la vida, el ser oculto de las cosas o lo que él definía como “las huellas de Dios en el mundo”. Es razonable suponer que esas huellas sean halladas tiempo después de su concepción. Eso quizás justifica, al menos en parte, que en la noche del Temple Bar hubiera tan poco público para tanto músico “valiente”. Con relación a esto me gustaría citar la célebre frase del inolvidable Carlos Timoteo Williams: “Todo es relativo. Lo que aparenta ser menor en el presente puede estar destinado a ser mayor en el futuro”.
¿Y quién no ha citado alguna vez a Carlos Timoteo Williams? Lo han citado filósofos, escritores, políticos, periodistas. Incluso una vez lo cito la policía… pero por algunos asuntos menores. Con menores. Justamente allí, frente al comisario, fue en donde pronunció la frase: “Todo es relativo. Lo que aparenta ser menor…”, etc., etc., etc.

La presencia de Stained Radiance en el escenario nos sumerge de inmediato en una atmósfera surrealista en la que se entrelazan la música, representada por la guitarra de Nels Cline, y la pintura, en tiempo real, a cargo de Norton Wisdom. El surrealismo es un movimiento artístico que buscó descubrir la verdad mediante el desarrollo de la creatividad automática, sin correcciones racionales y utilizando imágenes para expresar emociones que no se ciñen a patrones lógicos. En Stained Radiance el surrealismo es un punto de partida para una declaración estética que, mediante la alianza entre la música y la pintura, combina las técnicas del automatismo y la interpretación onírica. Un sueño en el que los elementos más dispares se revelan unidos por relaciones secretas. Y esas relaciones secretas, sin la intromisión censora de la consciencia, se trasladan al arte a través de los infinitos recursos sonoros que emergen de la guitarra de Cline y el voluptuoso imaginario plasmado en el lienzo por Norton Wisdom.

En El surrealismo y la pintura, de 1928, André Bretón expuso los principios básicos de la psicología surrealista: el inconsciente es la región del intelecto donde el ser humano no objetiva la realidad sino que forma un todo con ella. El arte, en esa esfera, no es representación sino comunicación vital directa del individuo con el todo.
Tal vez en otras circunstancias (sin cabernet sauvignon, por ejemplo) seríamos algo más explícitos y diríamos algo así como que “la música es… es… ¡ufff! de lindaaaa…”
La pintura también, pero hay que tener cuidado porque… mancha.

Y si Stained Radiance nos sumergió en el mundo del surrealismo, la Todd Sickafoose's Blood Orange lo haría en el género de la fantasía. Los temas incluidos en Tiny Resistors evocan, desde sus títulos, imágenes fantásticas que nos dirigen a un espacio de ensueño en el que conviven la misteriosa flora de una época futura, la revelación de un mensaje secreto escrito en tinta invisible, los ecos del zumbido de un éxodo de abejas y el silencio y la tristeza de un piano que se ahoga en un lago.
Esas visiones imaginarias e irreales, al mantener su coherencia interna, se alejan del surrealismo para ajustarse a los preceptos de lo fantástico. Sickafoose manifiesta, a través de la imaginación, aquello que se oculta en un mundo aparentemente real. Cuando imagina un piano ahogándose en un lago, no hace otra cosa que observar desde una perspectiva poética lo ocurrido en New Orleans, la cuna del jazz, después del huracán Katrina. Y con el resto ocurre algo similar, pero no abundaremos en detalles… Digo, porque si vamos a revelar la fuente de inspiración de cada tema que compuso Sickafoose en su vida… no terminaríamos nunca.

A partir de un furibundo interludio en batería emerge la intrigante melodía de Future Flora. Un seductor concepto de modernidad, espacioso pero nunca etéreo, que dibuja un punto ilusorio en el que podría producirse la intersección de las líneas musicales trazadas por Philip Glass, Bill Frisell y Radiohead. La banda alcanza un fino equilibrio entre potencia y precisión, con una base contundente pero eludiendo el desborde innecesario, con los vientos desplegando una rica gama de texturas, con un guitarrista como Gamble que sorprende por su autoridad para la innovación sonora, con un Ara Anderson alternando con similar idoneidad trompeta, pump organ y glockenspiel y con Jenny Scheinman deslumbrándonos con un impagable solo de violín.
Invisible Ink, Revealed se funda en elegantes elementos de contraste. Un lánguido dibujo melódico de expresiva frescura confronta con una sugestiva secuencia rítmica, pero sin ceder el espacio adjudicado a los impulsos de la improvisación.
Una intro en glockenspiel a cargo de Ara Anderson a la que se suma una irresistible línea de bajo en 6/8 nos conducen al sutil Paper Trombones, una delicada aproximación lateral a las raíces del blues en la que brilla el trombón de Alan Ferber.

Los aires folk de Everyone is Going están edificados por el pizzicato de Scheinman, las escobillas de Lott, los sonidos espaciales de Gamble, los estratégicos aportes de Wendel y Ferber y el ascético discurso de Sickafoose. El encuadre armónico elabora un crescendo rematado por un magnífico solo en trompeta de Anderson y un final hipnótico en el que la cadena dinámica se desvanece en una coda etérea y mágica.
Un alegato de gran sensibilidad, utópico, nocturno, poético y que se desentiende de la tensión entre la realidad y el mundo de los sueños y lo inconsciente.
Una especie de “yo romántico” que da cuenta de la existencia de “otra razón” que permite abordar una forma alternativa de comprensión de la realidad. 
Y cuando digo “yo romántico” no me refiero a mí sino a Yo… Otro yo. Más romántico.

En definitiva, la música de Sickafoose parece describir una parábola similar a la de Harry Haller, el personaje imaginado por Herman Hesse en El lobo estepario. Haller es un hombre solitario que se siente preso del hastío de vivir y considera que tiene dos almas, una humana que expresa su lado lógico y racional y otra de lobo que responde a los instintos y a lo puramente irracional.
Algo parecido le ocurrió a mi amigo José María quien, en determinado momento de su vida, también descubrió que tenía dos almas pero, víctima de una confusión matemático infanto-narrativa, era 30% lobo y 70% caperucita roja.
En Warm Stone se suma como músico invitado el guitarrista Nels Cline para darnos el tiro de gracia con una visceral exposición que oscila entre el funk y el rock alternativo.
El cierre será con Tiny Resistors, una sorprendente multiplicidad de motifs en miniatura en torno a los cuales orbita la espontánea secuencia de solos que ofrecen de manera sobresaliente Gamble, Lott, Scheinman y especialmente, Cline. Ovación.
Regresan para despedirse con la nostálgica y taciturna Barnacle. Final.

Una noche que nos recordó que el hombre, aun debilitado y vencido por la trágica naturaleza de la realidad puede encontrar, en esa fragilidad, una forma de descubrirse a sí mismo y expresarse heroicamente. Un momento que, al igual que a Harry Haller en El Lobo Estepario, nos ubicó en la antesala del lugar en el que el personaje de Hesse iniciaría su viaje a la “otra razón”. Un lugar cuyo cartel de acceso advertía: “Teatro Mágico – Solo para locos. La entrada cuesta la razón.
Y lo que cuesta, vale.

Sergio Piccirilli

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