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Vijay Iyer Trio: Historicity

Historicity, Somewhere, Galang (trio riot version), Helix, Smoke Stack, Big Brother, Dogon A.D., Mystic Brew, Trident 2010, Segment for Sentiment #2

Músicos:
Vijay Iyer: piano
Stephan Crump: contrabajo
Marcus Gilmore: batería

ACT, 2009

Calificación: Dame dos

No dejemos que las fuerzas modeladoras del arte y la ciencia se opongan entre sí cuando pueden cooperar (Julian Huxley)

Vijay Iyer ha sido reconocido por sus coetáneos como uno de los pianistas más brillantes de su generación. No obstante, su inquebrantable compromiso creativo no se circunscribe sólo al dominio de un instrumento, ya que sus intereses intelectuales y artísticos se reflejan con similar idoneidad en los roles que ocupa como compositor, improvisador, arreglista, productor, educador y artista multimedios. Más allá de gustos, preferencias y valoraciones estéticas, cada uno de sus álbumes conlleva a una profunda reflexión sobre la actualidad desde la perspectiva del arte, asumiendo de manera persistente la férrea decisión de relacionar su obra con el mundo en que vive.
Historicity, su nueva entrega discográfica, no sólo no es la excepción a la regla sino que además expresa una acentuación explícita en la articulación de esos principios rectores, enlazando a través del concepto de historicidad: lo intelectual y lo espiritual, las matemáticas y el pensamiento abstracto, la estructura racional y la espontaneidad de la intuición. Iyer embate esa cruzada conceptual al amparo de sólidos argumentos emanados de la historia, tanto universal como personal. En su trayecto rescata la raíz común de las ciencias exactas y las humanísticas estableciendo una simétrica relación tanto con su formación académica, que incluye un doctorado en Física y Química, como en las fuentes de las que se nutren sus propios intereses artísticos. De hecho, la mayor parte de Historicity incluye recreaciones de piezas provenientes de diversas épocas y compositores que describen, sin pretendido disimulo, los pilares en que se funda su formación musical y sobre los que se erige su actual ideario creativo.

Si bien es cierto que no se identifica al arte con la razón ni a la ciencia con el placer, como afirmara Jean Pierre Changeux: “No puede haber arte sin razón ni ciencia sin placer.” Aun cuando existen diferencias de mirada, resulta inexcusable entrever que arte y ciencia concurren en un encuentro esencial debido a que nos ofrecen dos formas de recrear la realidad mediante la intuición inductiva. En todo caso, el actual desencuentro entre ambas perspectivas obedece a los estereotipos creados por las instituciones de control social que las representan y no a sus valores inmanentes.

Iyer, al igual que otros artistas de su tiempo, asume la responsabilidad ética de deconstruir esos estereotipos como reacción instrumental ante una realidad que demanda un proceso de convergencia que nutra por igual al arte y la ciencia.
Este tema ha sido estudiado por las mentes más destacadas de la historia pero también fue abordado por algún que otro destacado de-mente, tal como el caso del célebre Carlos Timoteo Williams en su ensayo “La ciencia, el arte y otras cosas que jamás comprenderé”. Allí, Williams explica (como puede) que la separación de arte y ciencia responde a (cito textual): “La hermenéutica de la factilidad en la constitución onto teológica de la metafísica”. En realidad no sabemos qué quiso decir pero lo más llamativo es que utilizó la misma frase en varias de sus obras para explicar, entre otros temas: el origen de la vida, el complejo de Edipo, la cuadratura del círculo, las causas que provocan el acné y las dificultades en el apareamiento del oso panda en cautiverio. Según él, todo era por ”La hermenéutica de la factilidad… etc., etc., etc."

Lo cierto es que en la antigüedad, ciencia y arte estuvieron unidas hasta que el modernismo alentó la idea de su separación. También la relación entre la música y las matemáticas data de tiempos inmemoriales. En épocas de la Grecia clásica, comenzaron a trazarse las primeras escalas armónicas basadas en proporciones numéricas; incluso recuerdo que los pitagóricos enseñaban que el Universo era armonía y número y que las notas musicales correspondían con los cuerpos celestes. Cuando digo recuerdo… ¡no es que haya estado allí, eh! Yo iba a otra escuela.
Ya en tiempos en que música y arte se estudiaban separadas, su ligazón siguió manifestándose. Mientras famosos matemáticos como Leonhard Euler en Nueva Teoría Musical y Jean le Rond d’Alembert con “la solución de la ecuación de ondas” producían teorías de música continuando la tradición empezada por Descartes en Compendio Musical, Mersenne en Armonía Universal y Galileo en Discurso; compositores como Debussy, Messiaen, Boulez, Varese, Stockhausen o Xenaquis aplicaban a sus creaciones principios de lógica y probabilidad matemática.

Carlos Timoteo Williams también estaba obsesionado con estas cuestiones. Tanto que antes de morir pronunció una frase referida a ese tema que decía: “La hermenéutica de la factilidad en la constitución onto teológica de la metafísica”. Estaba obsesionado.

El álbum da inicio con Historicity, una de las dos nuevas composiciones aportadas por Iyer para este trabajo. Un estudiado despliegue de cíclicos arpegios fragmentados por intensos cambios de ritmo y carácter propician un ascenso en la tensión armónica que parece contener, como si fuese un mensaje encriptado, una división cromática de la escala a la manera de la música de la India. Un convincente testimonio sobre las posibilidades transformativas de una construcción metódica y racional para convertirse en una experiencia auditiva de intensa emotividad.
La búsqueda de la propia identidad cultural y la incorporación de una mirada al jazz desde una perspectiva no-estadounidense son valores constantes en la obra de Iyer. Así como su anterior trabajo, Tragicomic, podía interpretarse como un irónico comentario sobre los días finales de la administración Bush, Historicity ofrece un punto de encuentro en el cual convergen las situaciones de contexto multicultural que subyacen en el mundo globalizado. Por ello no sorprende la inclusión de Somewhere, tema de Leonard Bernstein y Stephen Sondheim que formara parte del musical de Broadway de 1957 West Side Story, posteriormente llevado al cine en 1961. En esa obra se contraponen la ilusión de libertad y consumismo de los inmigrantes en Estados Unidos y el desengaño ante la marginación racial y la pobreza. En la interpretación del trío conviven lirismo y abstracción, reformulando las frases de Emperor Piano Concerto, de Beethoven, que inspiraron a la melodía pergeñada por Bernstein y adaptando el encuadre armónico del original a la prédica del jazz de vanguardia.

En su trayectoria, Iyer ha estado consistentemente ligado al hip hop, alianza que se manifestó con particular fortaleza en sus trabajos junto a Mike Ladd como In What Language? de 2004 y Still Life with Commentator de 2007. Aquí aborda esos intereses con una impactante recreación del tema de Mathangi “Maya” Arulpragasam (más conocida como M.I.A.): Galang. M.I.A. es una rapera británica de origen tamil que ha sido motivo de censura, especialmente en Estados Unidos y esto le otorga un valor extra-musical a su inclusión en Historicity. La versión ofrecida por el trío es descollante, ya que a partir de una paleta tímbrica limitada a piano, contrabajo y batería, logran una sensación auditiva que parece emular los sintetizadores y las máquinas de ritmo utilizados en el original. El luminoso dramatismo de Helix, otra de las nuevas composiciones de Iyer, nos permite corroborar la comunión estética y fluidez dinámica de un trío en el que la natural flexibilidad exhibida por el tándem rítmico integrado por la batería de Gilmore y el contrabajo de Crump resultan de importancia capital. En la reinterpretación que hacen del tema de Andrew Hill de 1963 Smoke Stack, rinden tributo a quien fuera uno de los mentores del pianista, extendiendo las enrevesadas progresiones armónicas del original con complejas estructuras rítmicas heredadas de la música de la India septentrional. El fluctuante cover de Big Brother, tema de Stevie Wonder extractado del álbum de 1972 Talking Book, también nace de una decisión estratégica, ya que en esencia esa composición es un manifiesto sobre la falta de interés de la clase política estadounidense en el electorado de menores recursos. Uno de los momentos más logrados del álbum llega con la versión de la pieza de Julius Hemphill Dogon A.D. Si su autor se inspiró en un encadenamiento entre el jazz y el secretismo de la cultura Dogon (pueblo de Malí), el trío ofrece aquí una soberbia relectura en la que esos aspectos fundacionales permanecen intactos.
Iyer, en Mystic Brew, más que recurrir al original de Ronnie Foster de 1972 parece retomar los parámetros expresados en la versión sampleada incluida en el álbum de Midnight Maruders A Tribe Called Quest de 1993.
Para finalizar, revén dos clásicos del repertorio de Iyer: Trident 2010 del álbum Architextures de 1998 y Segment for Sentiment # 2 de Memoraphilia.

Vijay Iyer manifiesta conocer el papel de la imaginación en la creación científica tanto como el de la disciplina metódica en la creación artística. Imaginando un espacio en el que ciencia y arte confluyen para admitir que lo real es sólo una versión de lo posible.

El espacio de Einstein no está más cerca de la realidad que el cielo de Van Gogh (Arthur Koestler)

Sergio Piccirilli

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