Orquesta Metafísica: Hipnotizados
Anestesia, Amnesia, Bastardos Cósmicos, Hiromy, Estrujamientos, Los Ojos, La Salamanca, Abre, Manada Hipnotizada, La Catedral, Elevación Primaria
Músicos:
Sebastián Volco: piano, mini-moog, Fender Rhodes, teclados
Sebastián Rosenfeldt: bajo, basscello, Chapman stick, programación
Silvio Ottolini: batería
Salvador Toscano: batería en Hiromy
Yaping Wang: yangqin
Clement Janinet: violín
Andrea Pujado: violín en Estrujamientos
Miguel Yanover: saxo barítono, saxo tenor, saxo soprano
Robby Marshall: saxo tenor, clarinete
Pablo Gignoli: bandoneón
Lysandre Donoso: bandoneón en Anestesia e Hiromy
Pablo Nemirovsky: bandoneón en Anestesia y Amnesia
Cuarteto de cuerdas: Verónica Votti (cello), Andrea Pujado (violín), Anne Le Pap (violín), Romain de Mesmay (viola)
Voces: Yulia Dyukova (búsqueda y compilación de textos), Javier Boente (posproducción audio de las voces)
Sello y año: TAC / Faubourg du monde, 2018
Calificación: A la marosca
El viejo mundo se está muriendo. El nuevo tardío. Y en este claroscuro nacen los monstruos (Antonio Gramsci)
El término caquistocracia -derivado de los vocablos griegos kakistos (malo, peor) y kratos (gobierno, mandato)- fue acuñado por el profesor en filosofía Michelangelo Bovero para describir a los gobiernos encabezados por las peores personas, o las menos capacitadas, de un país.
En la primera edición del Diccionario de Sociología publicado en 1944, se incorpora la definición de “kakistocracia” que dice: “Gobierno de los peores, estado de degeneración en las relaciones humanas controlado por personas sagaces, ignorantes y sin escrúpulos”. Más tarde el filósofo argentino Jorge García Venturini refinará el concepto al aclarar que la voz griega “kakistos” es el superlativo de “kakos” y este último, además de “malo”, también significa sórdido, sucio, vil, incapaz, nocivo, innoble, perverso, funesto y… otras lindezas semejantes. En consecuencia, podemos colegir que caquistocracia es el gobierno de los peores o de los más malos entre todos los malos.
Está claro que nadie en su sano juicio aceptaría ser gobernado por una caquistocracia. Pues bien, tenemos malas noticias: hoy las caquistocracias dominan la mayor parte del mundo y rigen nuestra existencia.
Por supuesto, no todos aceptamos mansamente ni deseamos con fervor ser gobernados por los peores; pero tampoco puede negarse que ese fenómeno se multiplicó a gran escala y alcanza en la actualidad un rango ejemplificador sin fronteras que -para despejar eufemismos– abarca a personajes que van desde Donald Trump a Mauricio Macri y de Jair Bolsonaro a Benjamin Netanyahu.
Para entender este fenómeno es necesario recurrir al concepto de hegemonía pergeñado otrora por el filósofo italiano Antonio Gramsci. Él afirmaba que en el pensamiento hegemónico “una élite ejerce su dominio sobre el resto de la población, no sólo porque tiene la capacidad de imponerse, sino porque consigue que las clases subordinadas acepten como legítimo ese dominio”.
Al factor mencionado por Gramsci –aquél en donde la dominación tiene como finalidad que los dominados identifiquen sus intereses con los de sus dominadores- se ha sumado el rol que ejercen hoy los medios hegemónicos de comunicación, las grandes corporaciones multimedios y las redes sociales, los cuales parecen funcionar en tándem con las élites que dominan al mundo.
La proliferación de las noticias falsas o “fake news” (por lo general, basadas en el perverso principio que dice: “acusa a tu enemigo de lo que tú eres o haces así desviarás la atención y podrás seguir cometiendo tus fechorías”) se une con la instauración del concepto de posverdad (que no es otra cosa que otorgarle a la mentira el estatus de verdad) para alentar el individualismo, la entronización del dinero y la meritocracia, los prejuicios raciales, el odio y la violencia; es decir, lo peor de la condición humana. Y toda esa manipulación no es más que una herramienta de dominio que emana desde el tope de la pirámide del poder.
Noam Chomsky, en El papel de los medios de comunicación, asevera que los medios de comunicación masiva han convertido a los estados democráticos en estados totalitarios. En ese contexto, Chomsky jerarquiza a cuatro grupos diferenciados: “los dueños de la sociedad” (integrado por los que poseen la riqueza y tienen autoridad ilimitada sobre los otros grupos), “el grupo especializado” (consistente en todo el sistema político que trabaja para los dueños del mundo), “el rebaño perplejo” (la población general dispuesta a aceptar sin cuestionamientos las pautas establecidas por los dos bloques anteriores) y “el movimiento de crisis democrática”, comprendido por el conjunto de personas que son capaces de tener un sentido comunitario y luchan desde pequeñas trincheras para generar el despertar social.
El actual incremento de la caquistocracia nos indica que estamos -como en la cita de Gramsci que encabeza este comentario- en ese punto donde “nacen los monstruos”, lo cual también encierra un mensaje esperanzador dado que preanuncia la llegada de algo nuevo, tal vez ese “despertar social” del cual habla Chomsky y desde donde puede llegar a construirse un poder facultado para transformar el odio en amor, la violencia en paz, el individualismo en solidaridad y la dominación en liberación.
Es cierto que esto último puede sonar utópico, pero resulta innegable aceptar la idea de que cuanto mejores personas seamos, menos probabilidades habrá de ser gobernados por los peores.
En buena parte de lo dicho se aposenta, precisamente, el núcleo conceptual del asombroso, esclarecedor e imponente alegato estético ofrecido por la Orquesta Metafísica con el álbum que lleva por título Hipnotizados.
En la original propuesta de este ensamble, se reflejan de manera sublimada los diferentes caminos musicales recorridos por sus líderes: el compositor, pianista y tecladista Sebastián Volco -quien estudió música clásica y música popular, hizo composiciones para ballet contemporáneo y exposiciones artísticas, pero que también acredita una vasta experiencia en las escenas del tango y el rock argentinos- y el bajista, productor y arreglista Sebastián Rosenfeldt, un reconocido especialista de la música ambiental y el tango electrónico.
A partir de esa médula creativa emergerá un ideario sonoro en donde convergen elementos de música clásica, referencias al tango, el jazz y el rock progresivo, la experimentación de la música electrónica e influencias dispares que abarcan desde Pink Floyd hasta Luis Alberto Spinetta, de King Crimson a Astor Piazzolla, de Alberto Ginastera a Steve Reich, de György Ligeti a Charly García y desde Igor Stravinski hasta David Bowie, entre otros.
La Orquesta Metafísica debuta discográficamente con el extraordinario álbum 7 Movimientos, una obra instrumental que alude de manera muy personal al proceso de liberación de la mente. En 2013, tras una breve gira por Estados Unidos, el grupo se instala en Europa y comienza a desarrollar proyectos multidisciplinarios que terminarán dando origen al disco que motiva esta reseña: Hipnotizados.
El eje narrativo del álbum aborda el tema de la manipulación mediática de la opinión publica (“el rebaño perplejo” mencionado por Chomsky) y se sugiere que en todas las sociedades sus habitantes sucumben ante discursos que tienden a generar miedo, obediencia, paranoia y desconfianza. Ese nudo argumental se materializa encadenando las composiciones instrumentales de Sebastián Volco con tomas de audio que recopilan discursos de políticos, personajes públicos y mensajes extractados de Twitter que exaltan el patriotismo, la seguridad, la religión, el mercado, las nuevas tecnologías y la xenofobia hacia los inmigrantes.
El álbum abre con el poderoso y emotivo alegato enunciado por Anestesia, en cuyo transcurso aflorará una singular confluencia de tango, música de cámara y rock progresivo. La fortaleza estructural del tema se sustenta en la solidez proporcionada por el bajo de Sebastián Rosenfeldt y la batería de Silvio Ottolini, los atinados ornamentos ofrecidos por el saxo barítono de Miguel Yanover y el cuarteto de cuerdas que integran Verónica Votti en cello, Andrea Pujado y Anne Le Pap en violines y Romain de Mesmay en viola y las protagónicas aportaciones realizadas por el piano de Sebastián Volco, el bandoneón de Lysandre Donoso y el yangquin (instrumento de cuerda percutida originario de China) a cargo de Yaping Wang.
El final de la pieza de apertura empalmará con la enérgica convergencia de música disco y tango electrónico cristalizada en Amnesia, en la que tendrán un especial destaque el bajo de Sebastián Rosenfeldt, el bandoneón de Pablo Nemirovsky y los teclados de Sebastián Volco.
En la imaginativa contundencia de Bastardos Cósmicos se yuxtaponen intrincados pasajes rítmicos, texturas y climas de notable factura, los acertados colores que emergen del bandoneón de Pablo Gignoli y una superlativa labor por parte de Sebastián Volco en teclados. Todo eso atravesado por la inserción de registros de audio que van desde George Bush anunciando el ataque a las Torres Gemelas hasta Mauricio Macri exclamando durante el acto por el Bicentenario de la Independencia Argentina: “Viva la Patria. Viva el amor”.
Luego se suceden los aires de jazz fusión y tango que envuelven a Hiromy (tema que acepta influencias de Hiromi Huehara y cuenta con sobresalientes intervenciones de Salvador Toscano en batería y Sebastián Volco alternando piano y sintetizador), la inclasificable fortaleza sonora de Estrujamientos que ubicará en el centro de la escena al bajo de Sebastián Rosenfeldt y los vientos de Miguel Yanover y Robby Marshall (mientras un registro de audio recuerda a Benito Mussolini ubicando al orden, la jerarquía y la disciplina por sobre la libertad) y los climas espectrales que rodean el hipnótico paisaje de Los Ojos, aquí con destacada participación del yangqin de Yaping Wang, el bandoneón de Pablo Gignoli y los teclados de Sebastián Volco.
A continuación, sobrevienen el épico temperamento que exuda La Salamanca –pieza en la que concurren, a partir de una perspectiva vanguardista, influencias que involucran desde Alberto Ginastera a Pink Floyd– y los afables trazos que dibuja Abre, subrayados en el remate de la composición por la aquilatada presencia de Clement Janinet en violín.
El tramo final de la soberbia propuesta elaborada por Orquesta Metafísica entregará la cálida atmósfera que desprende Manada Hipnotizada, la avanzada progresiva que documenta La Catedral y el catártico remate ofrecido por Elevación Primaria.
En síntesis: Orquesta Metafísica, con el espléndido Hipnotizados, logra iluminar con su música la oscuridad que nos toca vivir y alienta el sueño esperanzador de un posible despertar.
La esperanza es el sueño del hombre despierto (Aristóteles)
Sergio Piccirilli