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Irving Fields & Roberto Rodríguez: Oy Vey… Olé!!!

El danzón de Moisés, A Turkish Chasseneh, El polaco, Miami Beach Rhumba, Dice el sabio Solomon, Elephant Tap Dance, Paseo del prado, Managua Nicaragua, Piruli, Pago pago (Pango pango), Wolfie’s Corner, Song of Manila


Músicos:
Irving Fields: piano
Roberto Rodríguez: percusión
Meg Okura: violín
Gilad Harha: clarinete
Uri Sharlin: acordeón, órgano
Natalh Michal: voz
Jennifer Vincent: bajo acústico

Tzadik, 2006

Calificación: Buena gente

No hay ninguna cosa seria que no pueda decirse con una sonrisa (Alejandro Casona).

Al enterarme que se editaría un disco que reunía a Roberto Rodríguez e Irving Fields me llevé, pese a escribirlo con minúsculas, un susto mayúsculo. Es que escuché hablar tan pero tan bien de Irving Fields en los últimos tiempos, que creí que estaba muerto (¡?)
El tipo ya pasó los noventa y se encamina a los 100 pero con la vitalidad de un niño de diez y está bien, ya que ésa es exactamente la diferencia entre 90 y 100.
Y ya que estamos hablando de la ley de gravedad (grave-edad)…
Cuando yo era chico (de eso hace como unos 2000 años) los judíos presos y esclavos de los Romanos llegaron a lo que hoy es España. A estos judíos que asentaron sus raíces en Galicia les dieron el nombre de Sefarad, término que significa lejísimo.
Mucho tiempo después, en 1481, el Vaticano establecería en España la Santa Inquisición (que de santa no tenía nada) y por los próximos años muchos judíos españoles se vieron forzados a convertirse a la religión católica. Otros, en cambio, fueron torturados o quemados (mejor convertirse al catolicismo que convertirse en cenizas, ¿no?). Poco más tarde, en 1492, los Reyes Católicos ordenarían la expulsión de todos los judíos españoles… Muchos de ellos fueron obligados al exilio en Latinoamérica en lo que sería… otro tipo de tortura.
La oscura historia de las persecuciones en Latinoamérica es poco conocida. Tal vez por ello muchos sefarditas han escondido el secreto de su identidad borrando todo rastro de cualquier apariencia judía para evitar el anti-semitismo.
Muchos latinos han sido forzados a negar su herencia judío sefardí.
Los sefardíes han sido etiquetados con varios términos: marranos, conversos, crypto-judíos y el más reciente anusim… términos que identifican a los judíos obligados a abrazar la fe cristiana por la fuerza pero que en secreto siguieron practicando el judaísmo.
La manifestación del encuentro entre la cultura judía y latina tuvo su correlato en la música conservando las características signadas por la historia. Oy Vey… Olé!!!, disco que reúne al percusionista cubano Roberto Rodríguez y al legendario pianista Irving Fields pretende desarrollar la esencia de la confluencia entre ambas culturas.

El inicio del álbum es con una versión del tema que diera título al primer disco del Septeto Rodríguez: El danzón de Moisés
El danzón es heredero directo de la contradanza cubana. Se gestó en 1791 cuando llegaron a Cuba algunos terratenientes franceses emigrados de Haití durante la revolución de esclavos de los centros azucareros. Los franceses llevaron consigo sus costumbres y también las manifestaciones de su cultura, incluida su música. Como derivado de la contradanza, surgiría casi un siglo después y de la mano de Miguel Flayde, un estilo que sería denominado danzón con una estructura de piano, cuatro violines, flauta, contrabajo y timbalito a lo que la danzonera típica cubana agregaría más tarde clarinete, trompeta y trombón.
La versión que hacen aquí de El danzón de Moisés no será lo más feliz del disco. Fields aporta su gracia mientras Rodríguez tiene un despliegue tan preciso como rutinario, pero la rúbrica de la “infelicidad” es un estribillo que dice: “a gozar y a bailar en este lugar” que se repite 34 veces (las conté ante escribano público…), suficiente para que uno no goce ni baile ni en este lugar ni en ningún otro.
Sigue un tema de Fields, A Turkish Chasseneh, con aires de mazurka en la que el nono Irving demuestra la vitalidad de la gente de la cuarta (casi quinta) edad. El polaco es otro tema que pertenece a Rodríguez incluido en su disco El danzón de Moisés. El violín de Okura y el acordeón de Sharlin comandan las acciones mientras Robertito aporta toda su solvencia percusiva dejando que el abuelo corra con todos los riesgos…
Éste corre y encima… gana.
Luego llega el clásico de Fields, Miami Beach Rhumba, que se convirtiera en un éxito en la interpretación de la orquesta de Xavier Cougat hace algunos días… 18250 días atrás para ser más precisos…
La rumba es originaria de Cuba y surgió durante el periodo colonial a mediados del siglo XIX. Esta versión es simpática, sencillita y respeta la estructura de 8 barras tocadas en tiempo 2/4 sin variaciones, aunque sigo prefiriendo la versión del trío de Irving Fields incluida en el disco grabado en el Esmerald Room hace algunas horas… 35040 horas atrás par ser más exactos…
Dice el sabio Solomon
es un tema del álbum Baila baila Gitano! En esta versión se mantiene la estructura original del Septeto Rodríguez sobre la cual improvisa a gusto (y con ídem) don Fields.
En Elephant Tap Dance se escapan fraseos en piano del Hava Naguila.
En Paseo del prado del álbum Baila baila Gitano! se expresa la esencia de la propuesta de Rodríguez: tomar instrumentos de la música judía como el clarinete, el acordeón y el violín agregándole percusión cubana, haciendo que los primeros ejecuten acordes de son o danzón cubanos y sumándole a estructuras de klezmer un instrumento que le es ajeno, como la percusión.
Llega otro clásico de Fields: Managua Nicaragua, tema que fuera interpretado por Guy Lombardo, Edmundo Ros y Fredy Martin. Esta versión deja traslucir otra de las pasiones del abuelo Irving: la música para niños, cuyo máximo exponente fuera su éxito infantil ¿Quién puso la banana en el piano?. Y nos surgen varias preguntas…
¿Quién fue? Por ejemplo.

Luego es el turno de una candorosa versión del bolero Piruli de Baila baila Gitano! El bolero es descendiente de la canción cubana del siglo XIX. Una de las primeras composiciones que se conocen en este género es Tristezas que pertenece a José Pepe Sánchez, de 1885. Y cómo no va a estar triste alguien que se llama José Pepe…
Pago pago (Pango pango) es otro bolero pero compuesto por Fields. Un momento romántico con una fantástica intervención en piano.
Wolfie’s Corner, tema que abre Baila baila Gitano! no difiere mucho de la versión que hiciera el Septeto Rodríguez, pero aquí no está Matt Darriau y la verdad es que se lo extraña bastante.
El cierre es con Song of Manila, otro bolerazo que sirve como homenaje encubierto a Fields, ya que es donde mejor queda patentizada aquella definición que lo distinguiera como el mejor pianista de salón… si hasta es posible imaginar una noche romántica a la luz de una vela… a solas con ella… ella y yo… los dos solos y nuestro amor… no me dejes nunca… mamá…
Así, edípicamente, concluye el disco. El resultado ni es para arrancarse los ojos, ni es trágico… término medio (¿arrancarse la nariz?).
En síntesis: el partido fue un empate clavado y cero a cero. Eso sí, el de Irving Fields fue cero golazo.

Prefiero molestar con la verdad que complacer con adulaciones (Seneca).

Sergio Piccirilli

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