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Mostly Other People do the Killing: The Coimbra Concert

Disco 1: Drainlick, Evans City, Round Bottom Square Top, Blue Ball

Disco 2: Pen Argyl, Burning Well, Factoryville, St. Mary’s Proctor, Elliott Mills

Músicos.

Peter Evans: trompeta

Jon Irabagon: saxo tenor, saxo sopranino

Moppa Elliott: contrabajo

Kevin Shea: batería

Clean Feed, 2011

Calificación: A la marosca

 

Todo acto de creación es, ante todo, un acto de destrucción (Pablo Picasso)

 

El ejercicio del pensamiento creativo demanda el desarrollo de acciones sistémicas que se ejecutan en forma deliberada con el objetivo de generar enfoques novedosos. Esa tendencia a la innovación no implica desprenderse de la tradición ni es una renuncia indeclinable al pasado, ya que la mentalidad creativa también requiere la aplicación de formas de pensamiento analógico que nos permitan apropiarnos de la historia y la experiencia, para luego extrapolarla a nuestro propio destino. El pensamiento creativo jamás hace base en la reverencia al pasado; pero aprende y se nutre de él para poder construir y desarrollar ideas que, además de su implícito carácter innovador, sean lo suficientemente representativas del contexto en que fueron concebidas.

En su relación con el arte, tanto el apotegma de Picasso como los conceptos enunciados en el párrafo anterior nos permiten inferir que la elaboración del pensamiento creativo siempre implica destruir aquello que nos ata a la forma convencional de pensar. Al otro extremo de esta concepción podemos hallar al purismo, movimiento que se atribuye la intención de conservar o recuperar la pureza estética y cultural existente en épocas pasadas. Prueba de ello es que, al menos de acuerdo a su acepción más habitual, un purista es aquél que “defiende el mantenimiento de una doctrina, práctica o costumbre en toda su pureza y sin admitir cambios ni concesiones”. Ergo, alguien que suscriba al purismo no podría desarrollar formas de pensamiento creativo ni estaría facultado para ejercer el carácter “destructivo” que, según Picasso, implica todo acto de creación.

 

En analogía con lo que sucede en la escena jazzística del nuevo milenio, podríamos llegar a afirmar sin temor a equivocarnos que Mostly Other People do the Killing es un auténtico arquetipo del pensamiento creativo en acción. El alegato estético de esta banda liderada por el contrabajista y compositor Moppa Elliott evidencia un cabal conocimiento de la genealogía del jazz, una profunda comprensión de sus diferentes períodos históricos y un acabado entendimiento de sus tradiciones más sobresalientes; pero que, en lugar de someterse a las ataduras dogmáticas del purismo, subordinarse al pasado o venerar los arcaísmos, se manifiesta permeable a las influencias musicales y culturales que integran el complejo entramado estético del siglo XXI. Esto les ha permitido elaborar una revolucionaria propuesta que, usando el vocabulario del jazz, se nutre del hard-bop, el free, el bebop, la libre improvisación y el blues sin tener por ello que negar la existencia de otras corrientes tan disímiles entre sí como el pop, la música clásica, el hip-hop, el heavy metal, el funk o la world music.

 

Mostly Other People do the Killing amalgama un discurso emancipador que en su combinación de tradición y modernidad, virtuosismo y frescura, academicismo e ironía, termina por desacralizar la historia del jazz y socava las bases culturales que promueven la inmovilidad del pensamiento creativo o que impulsan la supuesta inalterabilidad de los axiomas que sostienen al purismo del arte.

En el campo de la estética no existe la unanimidad, por ello resulta probable que a algunos la explosión de virtuosismo implícita en MOPDTK los abrume y que otros puedan asociar su humor sarcástico con falta de profundidad conceptual. No obstante, a nadie le sorprendería saber que sus principales detractores se esconden en las imaginarias trincheras del purismo jazzístico. No creo que sea necesario refutar a quienes difaman a la banda; pero estimo oportuno acometer sobre lo que a mi entender es la flagrante contradicción existente entre los términos “purismo” y “jazz”.

 

Nunca he podido dejar de asociar la idea de pureza con la castidad y el celibato… Quizás por ello, mucho de la música que suscribe al denominado “purismo del jazz” me suena “anorgásmica” o producida por gente con falta (leve, parcial o total) de actividad sexual. También debe considerarse que la palabra jazz deriva de jass, vocablo que en el argot afroamericano de principios de siglo XX se utilizaba para hacer referencia al acto sexual. En definitiva, y siguiendo esta línea de razonamiento, podríamos concluir que el purismo del jazz es algo así como tener relaciones sin sexo y que Mostly Other People do The Killing es, en más de un sentido, “puro jass”.

 

La producción discográfica de la banda (hasta aquí íntegramente compuesta por grabaciones en estudio y que incluye los álbumes Mostly Other People do the Killing de 2005, Shamokin!!! en 2007, This is Our Moosic de 2008 y Forty Fort en 2010) da testimonio de las infrecuentes cualidades que la distinguen. Sin embargo, en más de una ocasión se ha dicho que el verdadero potencial de MOPDTK se magnifica y agiganta durante sus representaciones escénicas, parecer que quedara debidamente comprobado con el álbum doble en vivo The Coimbra Concert de 2011.

El arte de la cubierta de esta nueva entrega (la primera que hacen bajo el ala del sello portugués Clean Feed, ya que las anteriores correspondieron a Hot Cup Records) continúa la línea burlona e irreverente de sus dos últimas ediciones. Mientras This is Our Moosic parodiaba el título y el arte del disco de Ornette Coleman This is Our Music de 1960 y la foto incluida en la tapa de Forty Fort era una pantomima del álbum de Roy Haynes de 1962 Out of this Afternoon, aquí la bufonada recae sobre las espaldas del bueno de Keith Jarrett y su histórico solo piano The Koln Concert de 1975.

 

Un arrollador e irresistible despliegue percusivo a cargo de Kevin Shea (que admite claras influencias de Animal, el baterista de Los Muppets) nos sumerge en el impiadoso ensamble a ritmo de boogaloo de Drainlick, tema que abre el álbum This is Our Moosic de 2008. La banda, como es habitual, suena con una fuerza y vigor contagiosos pero a eso debe añadirse la lectura de alto voltaje que capta una representación en vivo. La música despega, vuela, se fractura, regresa a la partitura, muta al blues, pasa al hot-jazz más rancio, exhibe apabullantes soliloquios instrumentales a cargo de Jon Irabagon y Peter Evans provocando risas y admiración por partes iguales. De pronto, sin que nadie nos avise, el tema se transforma (aunque no figure en los créditos) en una espasmódica recreación de Shamokin del álbum del mismo nombre. No diré que ambas versiones superan a los originales y no lo haré por una buena razón: todas las versiones incluidas en The Coimbra Concert superan a los originales.

La chispeante Evans City del álbum Shamokin!!! confirma la pericia instrumental de la banda y acentúa sus aspectos más lúdicos a través de giros dinámicos imprevistos, uso de tonalidades imposibles y permanentes juegos de complicidad. Está más que claro que la base estructural de las composiciones de Moppa Elliott son deliberadamente simples, no sólo para contar con un material maleable que permita sus abrasivos flujos de improvisación, sino también como un esfuerzo conceptual por expresar un arte viable que reconozca la superficialidad estética del siglo XXI. En definitiva y si me apuran un poco, diría que estoy casi convencido que MOPDTK es una de las mejores bandas de “canciones infantiles para adultos” que he escuchado en mi vida.

 

Los desopilantes ornamentos que visten la línea melódica de Round Bottom, Square Top del álbum Forty Fort propician una descomunal intervención solista de la trompeta de Peter Evans en la que asoman frases de Another Brick in the Wall de Pink Floyd y un furioso soliloquio de Jon Irabagon en saxo tenor del que emerge con naturalidad una versión abreviada de Fagundus, pieza en origen incluida en This is Our Moosic.

El cierre del primer disco llega con una maratónica revisión de Blue Ball del álbum Forty Fort. Una mixtura de bebop, bossa nova e improvisación microtonal que involucra inesperadas referencias a la Herb Albert & The Tijuana Brass y al hit-single de Sheena Easton Strut que, tras un titánico solo en sopranino de Jon Irabagon, se desvanece en las sutilezas técnicas que dibuja la trompeta de Peter Evans.

 

El segundo disco nos recibe con la alocada y deforme confluencia de blues, jazz, funky, boogaloo y música disco que exhibe Pen Argyl del álbum Forty FortBurning Well es una mutación musical alienígena que arranca como una especie de free antillano… que luego se transforma en la colección de clichés de jazz fusión contenidos en Rough and Ready del álbum Forty Fort… que durante el solo de Jon Irabagon se convierte en Birdland de Weather Report… que en los fraseos de la trompeta de Peter Evans transmuta en el clásico de George Gershwin de 1938 Our Love is Here y que, al final (porque hay un final,¿ eh?), se corona en una coda circense. En el cierre llegan Factoryville (pieza del álbum Shamokin!!! dividida en tres segmentos de improvisación conectados temáticamente a través del blues), una versión experimental de St. Mary’s Proctor de Forty Fort y los ágiles pulsos contenidos en Elliott Mills de su álbum debut.

 

MOPTDK, en The Coimbra Concert, además de ratificar su arrolladora personalidad escénica nos hace recuperar la facultad de escuchar jazz como si fuese la primera vez.

 

El final de toda exploración es llegar al lugar en donde empezamos y poder verlo como si fuera la primera vez (T.S. Elliot)

 

Sergio Piccirilli

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