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Darius Jones Trio: Man'ish Boy (A Raw & Beautiful Thing)

Roosevelt, Cry Out, We Are Unicorns, Meekness, Salty, Chasing the Ghost, Big Train Rollin', Forgive Me, Chaych!

Músicos:
Darius Jones: saxo alto
Cooper-Moore: piano, arco de diddley
Rakalam Bob Moses: batería
Adam Lane: contrabajo en Chaych!
Jason Nazary: batería en Chaych!

AUM Fidelity, 2009

Calificación: Dame dos

Cuanto más atrás puedas mirar, más adelante verás (Winston Churchill)

Las pautas establecidas por los medios de comunicación masivos han propiciado que el público asocie equivocadamente a la música con los artistas que esos mismos medios han hecho famosos. Sin embargo, existen otros mundos posibles, otros mundos que podemos imaginar, otros mundos que aún permanecen inexplorados. Incluso, como comprobaron Carl Gustav Jung y Sigmund Freud, existen otros mundos dentro de nosotros mismos, como el subconsciente y el inconsciente colectivo.
Es así como todos tenemos música almacenada en algún lugar de la mente que, cuando nos despertamos, se duerme.
Tal vez por eso el acto de dormir es vital para nosotros; y cuando digo nosotros es, por supuesto, en sentido figurado: usted en su cama y yo en la mía… o al revés.
Lo importante es que no sea la misma.

Mientras dormimos, al descansar el cuerpo y la mente, nuestro sistema se recupera pero el cerebro continúa trabajando. Mucha de esa información reveladora emerge al estado consciente de manera arbitraria, cuando la censura lo permite, o bien puede aflorar mediante la labor terapéutica; pero también suele permanecer oculta privándonos de su riqueza implícita.
Carl Jung, el fundador del campo de la psicología analítica, fue junto a su maestro Sigmund Freud uno de los responsables de popularizar la idea de que la vida interior de una persona merecía no sólo el interés sino también una escrupulosa exploración. Freud veía la mente inconsciente como un reservorio de deseos reprimidos que podían ser codificados, caracterizados y tratados. En cambio Jung llegó a ver la psiquis como un lugar intrínsecamente espiritual y fluido. Un océano donde se podía pescar en busca de iluminación y cura. Un mundo en el que la búsqueda de la espiritualidad se desarrolla más allá de las fronteras de la religión.
Algunos aseguran que ese distanciamiento conceptual entre maestro y discípulo fue el factor que los llevó a rivalizar encarnizadamente, aunque otros afirman que el enojo entre ambos dio inicio cuando Jung le quitó a Freud un osito de peluche que su mamá le regaló cuando cumplió 35 años. Claro que eso fue en represalia porque Freud le había escondido a Jung el disfraz de conejo que su mamá le ponía para dormir.
En realidad resulta extraño que hayan rivalizado ya que ambos coincidían en que el mejor amigo del hombre es… su mamita.

Al margen de las verdaderas causas que provocaron la enemistad entre Freud y Jung, sus teorías propiciaron los fundamentos dogmáticos de la existencia del inconsciente y del poder de los arquetipos. Principios que expandieron no sólo el análisis de la psiquis y su tratamiento, sino también la comprensión de su vital importancia en el desarrollo de la creatividad.
Un ejemplo fenomenal de las posibilidades que otorga hurgar en ese océano del que hablaba Jung, decodificar los deseos inmanentes que citaba Freud y de rescatar esa música almacenada en nuestra mente que mencionábamos al comienzo de este comentario, se encuentra materializado en el debut discográfico del joven y talentoso saxo alto Darius Jones y su álbum Man'ish Boy (A Raw & Beautiful Thing).
Darius Jones edifica una obra profundamente personal en la que logra integrar sus actuales intereses musicales con las fuentes en las que se nutrió durante su etapa formativa y en donde su propia visión artística se complementa con la música contenida en el inconsciente colectivo del hábitat al que pertenece. De principio a fin, Man'ish Boy (A Raw & Beautiful Thing) está impregnado de pistas que testimonian esa simbología integradora en la que se asocian la visión cosmopolita de la ciudad de New York en la que reside actualmente con los orígenes pueblerinos de su Virginia natal. Así es como en su rúbrica estética conviven sonoridades asociadas al nuevo milenio que provienen de su participación reciente en Mike Pride’s from Bacteria to Boys, el Cooper-Moore Trio, el William Hooker’s Bliss (East) y el Trevor’s Dunn’s Proof Readers en comunión con las influencias incorporadas en su infancia, que incluyen la prédica característica del blues sureño y el gospel como derivados de su participación en un coro de iglesia. Inclusive el título del álbum parece rescatado del inconsciente colectivo de su cultura nativa, ya que su formulación recuerda de inmediato al clásico de blues Mannish Boy, el inolvidable tema que Muddy Waters compusiera en 1955.

Su temprano contacto con la religión empapa la música de Jones de recóndita espiritualidad pero también esa sensibilidad se manifiesta en un profundo respeto por sus ancestros y maestros, algo que en este álbum hallamos respectivamente representado en la presencia de dos de sus mentores (Bob Moses y Cooper-Moore) y en la incorporación a la paleta de sonidos de un instrumento de fabricación casera originario de África usado por los primeros blueseros como el arco de diddley.
La crudeza sonora de Roosevelt actúa como un breve preludio que proporciona una inquietante declaración de “regreso” a lo africano sin renunciar a la modernidad, incluso con especial énfasis en ella. En su lacónica exposición se intuyen aspectos que invocan elementos esenciales del hot-jazz como la improvisación colectiva, la polirritmia y la vocalización de los instrumentos.
Los expresivos contrastes de Cry Out se transforman en un panegírico a los intereses estéticos que guían a Darius Jones. Su música por momentos luce caótica y desgarrada, pero un par de compases después se revela sentimental y lírica. Una plástica signada por la transparencia tímbrica, la confinación de la melodía a una sucesión cambiante de acordes y la indeterminación entre consonancia y disonancia. En ese contexto, el saxo alto se convierte en el instrumento ideal para buscar una sonoridad plena que se complementa en las cadencias sincopadas de la batería de Bob Moses y el refinado ataque dinámico del piano de Cooper-Moore.

La hipnótica We Are Unicorns es un diálogo entre el alto de Jones y el arco de diddley de Cooper-Moore que asocia diferentes patrones melódicos y de tempo a la manera de una variación. En tanto que la romántica Meekness, cuyo centro melódico evoca sutilmente a Come Sunday de Duke Ellington, evoluciona gradualmente hasta alcanzar en los estremecedores lamentos del saxo y los exuberantes acordes del piano un liberador paroxismo emocional.
Salty, en cambio, se mueve en un ámbito más abstracto al recorrer un paisaje sonoro en cuyos contornos se intuyen las formas de la libre improvisación.
Chasing the Ghost es un zigzagueante funk en el que el trío demuestra una vez más su gran sensibilidad colectiva y el alto nivel de interacción armónica, mientras que el fragmentado Big Train Rollin' construye su línea melódica a través de técnicas extendidas, multifónicos y digitaciones alternativas, demostrando la inhabitual capacidad de Jones para transmitir un amplio rango de emociones a partir de una limitada paleta instrumental.
Los románticos glissandos de la elegíaca Forgive Me dibujan una línea melódica de infrecuente belleza en donde Jones sintetiza su explosiva sonoridad con las intenciones expresionistas del blues, creando a través de su penetrante y colorida intervención un aura de agridulce melancolía.
A modo de bonus track el álbum incluye al musculoso y enérgico Chaych!, tema que el saxofonista grabara en vivo el 6 de Agosto de 2008 en el Roulette de New York junto a Adam Lane en contrabajo y Jason Nazary en batería. En sus diez minutos de duración, el trío expone un épico alegato interpretativo interceptado por obsesivas cadencias up-tempo y una secuencia de solos de gran factura técnica y excitante sensibilidad.

Las limitaciones externas al desarrollo de nuestro potencial humano y, sobre todo, las limitaciones internas decididas tempranamente, producen la infelicidad y cercenan las habilidades personales para enfrentar a la vida.
Darius Jones en su fenomenal álbum debut expone, sin límites a la vista, sus pensamientos, necesidades y sentimientos, logrando integrar sus raíces culturales más inmediatas con las contenidas en el inconsciente colectivo.
En el ejercicio de su arte, como alguna vez recomendara Bela Bartok, no sólo compone sin renegar de la tradición, sino que se aproxima a ella con el ánimo de conquistarla.

La tradición no se hereda, se conquista (André Malraux)

Sergio Piccirilli 

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