Uncategorized

A La Hora De Escuchar Música… ¿Somos Fascistas? ¡Epa, Qué Preguntita!

El otro día me reuní con un amigo que hacía diez años que no veía. Nos juntamos a almorzar en un coqueto restaurante dentro de la paqueta galería Alvear. Uno de los temas de común interés que alimentó nuestra amistad es la música. Mi amigo siempre tuvo sus preferencias dentro del pop, primordialmente, pero sin dejar de lado nunca al jazz y algún touch de rock. Siempre me resultaron interesantes nuestros encuentros por el intercambio de material sonoro y de ideas que se produce.

Robbie WilliamsÉl me contó cuáles son sus proyectos musicales; mi amigo escribe, es instrumentista, arreglador y también produce. Luego llegó el momento de contarle en qué cuestiones yo estaba embarcado y le conté sobre este sitio y, más en particular, de mi (precaria) contribución al mismo, así como también el perfil de los músicos, shows y discos que son entrevistados o criticados. En eso esboza una sonrisa y me dice: “Ah, deben ser unos fachos”, y se ríe.
Me río, tomo su comentario como divertido, un chiste, pero me dejó pensando.

Siempre que entran en juego gustos y preferencias personales se plantean estos temas. Sin embargo, creo que la selección que uno hace entre distintas ofertas artísticas o de entretenimiento, tiene que ver con lo que uno espera de la propuesta en relación a su profundidad y valores. Por ejemplo, Robbie Williams quiere sólo entretener y tal vez pasar algún mensaje, con mucho profesionalismo por cierto, pero no me alcanza; yo busco otro tipo de profundidad, de búsqueda, aunque pueda ser cruda y directa como en algunos discos que he criticado. Obviamente, siempre entra en juego la valoración personal; pero creo que sí existen cuestiones objetivas que le permiten a uno discriminar lo bueno de lo malo. Discúlpenme, no soy relativista. Cuando alguien toca mal, toca mal; cuando está mal grabado, está mal grabado; punto. Creo que los músicos o artistas que sólo quieren entretener están en una categoría aparte de quienes emprenden otra búsqueda.

La verdad es que a veces pienso que sin llegar a tener una actitud fascista, siempre musicalmente hablando, tenemos tal vez una actitud hostil hacia ciertas propuestas por considerarlas menores o que no son dignas de nuestra atención. ¿Está justificada? En caso de estarlo, ¿es necesaria la actitud?

Manuela Bravo
Yo recuerdo que en muchos casos, ambos (tanto mi amigo como yo), tomábamos posturas intransigentes respecto a determinados artistas; y recalco lo de posturas, porque en el fondo se trataba más de una reafirmación personal y de imagen que de un gusto personal real, que siempre implica denostar en alguna medida lo que no encuadra dentro de la postura. Actitud típicamente juvenil. Sin embargo, creo que está bien cierto grado de hostilidad en días donde todo da lo mismo, donde sólo se quiere vender y la música se ha convertido, más que en otras épocas, en un simple bien de consumo regido por las leyes de mercado y no por las del arte. Perdón, Manuela Bravo puede cantar muy bien, pero sus temas son un chicle y sus letras son sólo superficiales y caen en lugares comunes, busca entretener solamente… y no me alcanza.

Discriminar es también reconocer lo bueno y lo malo; lo que está mal es hacerlo por otros motivos que no sean éstos.

Está bueno reflexionar respecto de este tipo de cosas cada tanto. Es la mejor manera de no volver a cometer este tipo de errores. En el fondo, son disquisiciones de dos “progres” de Recoleta… como si nos importara…

Federico Larroca

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *