El Ojo Tuerto

Ambulancia: Siempre lo mismo

Velma Café – Buenos Aires
Sábado 13 de Diciembre – 00:30 hs.

En julio de 2007, es decir… menos de un año y medio atrás, reseñamos el concierto que el sexteto Ambulancia realizara en el cálido y pequeño reducto céntrico Clásica y Moderna.
Seamos un poco más precisos.
El evento fue el 22/07/2007. Al 13/12/2008 pasaron exactamente 16 meses y 22 días, hora más, minuto menos, que no vamos a andar quisquilloseando así como así.
En aquella oportunidad nos encontramos con una banda de actores brindando un evento musical, con un repertorio ecléctico y sin álbumes editados.
Claro que 16 meses y 22 días después, la situación ha cambiado radicalmente: nos encontramos con una banda de actores brindando un evento musical, con un repertorio ecléctico y sin álbumes editados.
A ver… déjeme releer lo antescrito.
Hum… algo no anda bien… parece extractado (tomado prestado, más bien sustraído) de "Pierre Menard, autor del Quijote", de Jorge Luis Borges. Porque… me viene a los dedos (y por carácter transitivo, el traslado a las teclitas) el siguiente extracto del cuento aparecido en El jardín de senderos que se bifurcan:

"Es una revelación cotejar el don Quijote de Menard con el de Cervantes. Éste, por ejemplo, escribió (Don Quijote, primera parte, noveno capítulo).
…la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.
Redactada en el siglo diecisiete, redactada por el «ingenio lego» Cervantes, esa enumeración es un mero elogio retórico de la historia. Menard, en cambio, escribe:
…la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir."

A simple vista parece lo mismo, ¿no?
Siempre pensé que había algo detrás de ese "en cambio", algo que Borges supo, tal vez también Menard, difícilmente Cervantes, pero algo más que la genialidad borgiana, que el disparate esencial, que el estado lúdico incontaminado, que la perversión literaria hecha magia, que el querido viejo riéndose de nosotros, todos, usted también.
Algo más, intangible, incorpóreo, incomprobable, incomprensible, inalcanzable.
Pero algo más.
Y no está para nada mal vivir con la ilusión de ese "algo más".

Pasó mucho más tiempo entre el escrito de Cervantes y el de Menard que lo ocurrido entre el 22/07/2007 y el 13/12/2008. Otra de las principales diferencias es que el responsable de trasladar la historia de lo acontecido en este caso es el mismo. Y ya yendo al límite de la nimiedad, otra sutil y casi insignificante diferencia es que el autor de la presente comparación es un servidor y no un tal Jorge luis Borges.
Bueno… está bien… Borges tal vez contó con cierto prestigio y literariamente hasta pudo haber metido algún pleno. Pero yo supe hacer lo mismo en el casino marplatense.
O sea que estamos ante lo que podríamos denominar un empate técnico.
No voy a mencionar maliciosamente que la balanza se inclinaría a mi favor si tenemos en cuenta que un tal José Ingenieros no escribió "Las fuerzas Borgianas".
En cambio sí es híper reconocido su "Las fuerzas Morales".
Olvídenlo: lo importante es competir.
Sanamente y en familia.

El sexteto Ambulancia, integrado por Mike Amigorena en voz y liderazgo, Muriel Santa Ana en voces y percusión, Mariano Torre en batería, Luciano Bonanno en bajo, Julián Villar en guitarra y Víctor Malagrino en teclados, debió agregar un par de actuaciones en el coqueto, palermitano y no tan pequeño reducto Velma Café. ¿Qué ocurrió entonces para que Ambulancia creciera tanto?
Una de las razones seguramente tiene que ver con la magna exposición televisiva de su líder, Mike Amigorena, al frente del (al menos por ahora) genial "Los exitosos Pell$", una bocanada refrescante que, a pesar de ciertos disparates aparentemente anti-populares y hasta anti-televisivos y, por ende, anti-masivos, se ha transformado en el programa más visto de la televisión argentina actual destronando de ese lugar de privilegio al mismísimo Marcelo Tinelli.
Varios nos preguntamos de qué manera este hecho podía influir o modificar la propuesta de Ambulancia.
Pero no hubo, durante la actuación, nada que remitiera a Martín Pells o a Gonzalo Echagüe.
Se trató, simplemente, de una actuación de Ambulancia.
Afortunadamente.

En la trasnoche del viernes 12 de diciembre de 2008, convertida mágicamente en sábado 13, el sexteto presentó apenas un par de temas nuevos, realizó algunas rutinas similares… podríamos decir que el evento fue, en términos generales, parecido al presenciado en el 2007.
Pero ya lo dijeron los Les Luthiers: "parecido no es lo mismo".
De movida quiero rectificarme: en lugar de "una banda de actores brindando un evento musical", me inclino por "un evento teatral con la música como componente esencial". Los actores/músicos teatralizan cada una de las entregas y, he aquí uno de los singulares atractivos de la propuesta, con una importantísima dosis de improvisación.
Ambulancia parece tener la cintura necesaria para adaptarse al escenario que les toque, ya sea Clásica y Moderna, el Velma Café, el Centro Cultural Konex (estarán allí aparentemente en el verano) o una baldosa. Lo atractivo de su propuesta actúa como un boomerang: ¿cómo trasladar esto a un CD cuando lo visual es tan o más importante que lo musical? ¿Tal vez con la edición de un DVD? Tarea para el hogar.

Lo cierto es que el inicio del concierto (por llamarlo de alguna manera) se produce con los músicos en penumbras y en sus lugares, mientras Amigorena asciende desde el subsuelo en una suerte de anábasis con el talismán entre las manos: un panadero en un cilindro vidriado. El cantante/actor le habla y le explica que hay gente, lo deposita en el suelo y comienza Trigal, de Sandro, en lo que podríamos denominar un ska a la Palega Ortito (o algo así, el de "Yo tengo fe"). Los gestos exacerbados de Muriel y Amigorena simulando exprimir una naranja o un limón al cantar "soy el molino de tu amorrrrrrr…" hacen que empecemos a sentirnos como en casa. A decir verdad, mucho mejor.

No es la intención reiterar conceptos ya vertidos, así que comentaremos algunos detalles. Jugando con el micrófono de pie, radial, sesentista o anterior, recuerdan a The Supremes al interpretar Earth Angel, de Marvin Berry, abolerado, cursi, genial.
El líder desea "que Santa Cecilia esté en todos sus pabellones auditivos" y a continuación rockean con Your Love, de The Outfield. Comienzan a cabalgar cual carreta de Bonanza en La Ponderosa. Amigorena se roba la escena primero simulando cepillarse los dientes con el micrófono, al que luego amamanta con su pecho izquierdo para que, a posteriori, eructe. Salud.

Muriel Santa Ana, de espaldas, realiza una coreografía rara y burda con un… ¿machete?, mientras Amigorena imita de manera increíble el sonido de una gaviota. Vení Raquel, de Los Auténticos Decadentes, es aquí un bolero. Muriel le tira onda al guitarrista Villar y luego viene la escena del bolillero, las citas a la Marcha Peronista, la pregunta "¿Es Pepino un buen payaso?" Para continuar "los domingos hace visitas por comedores infantiles y a un niño le dice 'qué pensativo estás', a lo que una enfermera responde: 'es ciego'".
Una furibunda base, algo cercano al drum n' bass, marca el inicio de Hand in my Pocket, de Alanis Morrissette. Amigorena pasa del falsete a la voz cafruniana con una facilidad asombrosa. Muriel Santa Ana brinda una performance visual y coral notable. Muy buen solo de Villar hasta que la base programada enloquece y no para. Víctor Malagrino, avergonzado, solicita ayuda. Se arma un conciliábulo alrededor del teclado, culpable del dislate; se suceden acusaciones solapadas y no tanto, amagos de intentos de arreglarlo, pero nada surte el efecto deseado. Y como no pueden con el enemigo, deciden aliarse: gran base disco con Muriel dominando la escena, Amigorena lanzando sentencias de diversos presidentes argentinos y, a la vez, imitándolos. Malagrino lee una revista, desentendido de lo que ocurre a su alrededor.

Las frases se entremezclan: "la casa está en orden", "voy a ser tu mayordomo" (¿?). La anarquía se generaliza cuando ante el "yo quiero tener un millón de amigos…" parece solamente faltar la bola espejada y sentirnos en Mau Mau.
Amigorena anuncia "vamos a hacer un break".
Pero Santa Ana aprovecha y, luego de convencer a los demás, interpreta una afectadísima "La distancia es como el viento" de Doménico Modugno, que la lleva al llanto, a golpearse reiteradamente la cabeza contra el micrófono y a retirarse desconsolada mientras Villar, que venía de realizar una notable intervención, se duerme sobre el escenario.

TrompeA las 2:10 hs., entre sonidos de cajitas de música, una kalimba y percusiones varias, Amigorena bendice a todos con el talismán; una extraña atmósfera tribal, deviene en un alarido conjunto: "¡Enjoy the Silence!", virando luego hacia una chacarera con recitados gauchescos incluidos, el guitarrista Villar sentado a la batería y el baterista Mariano Torre sacudiendo el bombo. Amigorena interpreta algo que a la distancia y por su sonido apostamos a que se trata de un trompe (instrumento que los mapuches lo usan cuando hacen, ejem, el amor obteniendo una melodía dulce y sugerente; se ejecuta apoyando la pieza contra los dientes, mientras con la mano libre se pulsa le lengüeta exhalando el aire sobre él, al tiempo que se pueden hacer variaciones del sonido moviendo la boca y la lengua) y luego un saxo de juguete con el que realiza un atractivo dueto con el pianista Víctor Malagrino. Ah… el momento gauchesco o gauchense es ni más ni menos que De Do Do Do De Da Da Da, de The Police.

Luego, con Voló la paloma, pensamos que ya no hay manera de desacelerar. Un hitazo que cuenta con una ridícula coreografía a cargo de… todos. Muriel realiza una performance imposible de describir y, en medio de frases anárquicas, Torre abandona su lugar y comienza una danza frenética, capoéirica, al frente del escenario. Los compañeros se ríen de él, lo ridiculizan, Muriel Santa Ana lo reprende dulcemente: "Es un asco eso… madurá…" Amigorena, lacónico, le espeta "volvé a tu lugar". Pero Torre se baja del escenario y amaga con irse. La gente comienza a pedir "que baile". Pero no hay tiempo para ello, ya que se pega 99 Red Balloons, que comienza dulcemente, pero toma velocidad mientras la cantante, luego de barrer el escenario, se luce cantando en francés. Momentazo.

Y la batería electrónica que se dispara sola de nuevo, pero todos respiramos al ser controlada rápidamente.

Boys Don't Cry, con Malagrino en melódica, también va subiendo las revoluciones hasta convertirse en un ska en el que todos hacen pogo. No hay respiero: Himno de mi corazón, de Los abuelos de la nada, fue tal vez lo más logrado musicalmente, en una versión funky atrapante, con un atinado solo de flauta de Amigorena y un gran trabajo del guitarrista Villar. Hacia el final, el cantante extrae algunas notas de un instrumento de vientos que, si uno mal no recuerda, es herencia de la obra El Niño Argentino.
Y sigue siguiendo. El clásico de Julio Iglesias, Me olvidé de vivir, es un rap interpretado a dúo por Amigorena y Torre, con acotaciones jocosas y un buen aporte de Santa Ana. A ver… imaginen un rockabilly atravesado por B-52's con cierto toque flamenco que proviene de las castañuelas de Muriel. Malagrino se siente Cecil Taylor por un instante y todo finaliza con un extracto de God Save the Queen, de los Sex Pistols.

Hay bises, por supuesto. Primero aparece Mike Amigorena, hablando en un extraño castellano con acento portugués, relatando historias, con la complicidad exclusiva en guitarra acústica de Luciano Bonanno. Con aires de samba, se vienen historias disparatadas y frases como las que citáramos en su momento haciendo referencia a Moria Casán o Susana Giménez y un par de anexos tan graciosos como geniales.
Y luego, ya con la banda en pleno, atacan There Must Be an Angel, de Eurythmics, en formato trash y con prácticamente todos intercambiando sus instrumentos. El final es épico con una gran entrega de Muriel Santa Ana.

Ambulancia, el combo integrado por Mike Amigorena, Muriel Santa Ana, Mariano Torre, Luciano Bonanno, Julián Villar y Víctor Malagrino ha brindado otro espectáculo memorable en el Velma Café.
Si leyeron nuestro comentario de julio de 2007, notarán que la mayoría de los temas son los mismos, que algunos recursos actorales también y que, a priori, parece no habre demasiadas diferencias con lo presenciado en esta ocasión.
Pero sin querer recurrir nuevamente a Borges, Menard o José Ingenieros, sí creo atinada una frase que Robert Fripp nos dijera hace algunos años con respecto a la banda que aún lidera, King Crimson.
Con el permiso de Don Roberto, finalizaremos esta nota cambiando el nombre de una banda por otra.
La resultante sería que "Ambulancia es siempre lo mismo: siempre diferente".
¿Y saben qué?
Es así.

Marcelo Morales

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