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Ernesto Jodos: El jardín seco

Tridim, Rebote, Prioridad, Extrañolandia, Ll # 5, Tres algarrobos, ¿Y entonces?, No era un río, Ll # 4, El jardín seco.

Músicos:
Ernesto Jodos: piano
Carlos Lastra: saxos tenor y soprano
Hernán Merlo: contrabajo
Sergio Verdinelli: batería
Diego Urbano: vibráfono

Sony/BMG, 2008

Calificación: Está muy (pero muy) bien

El pianista argentino Ernesto Jodos nació en 1973 y comenzó sus estudios a los 11 años. Debutó discográficamente como líder en el 2000 con Ernesto Jodos Sexteto, al que le sucedieron Cambio de celda (2001), Apenas las doce (2003), Solo (2004), Perspeciva (2005) y Trío (2007). También registró un dueto con el guitarrista Guillermo Bazzola (Long Ago, editado junto con la Revista Clásica en 2000) y con el también pianista Gerado Gandini (De/generaciones, 2006).
Antes, durante y después, tocó con todos. O todos tocaron con él…

Que Jodos es inquieto y, casi, un molestador profesional, le escapa a muy pocos. Difícilmente un álbum sea la continuidad de uno anterior, salvo en el caso de Apenas las doce, con el trío de Cambio de celda, pero en concierto. Además de su trío con el cello reemplazando al contrabajo habitual, ha mechado sus composiciones propias con las de Lennie Tristano, Lee Konitz, Earne Marsh, William Bauer, Thelonious Monk, Sonny Rollins, Bud Powell, Duke Ellington, Gershwin, Spinetta y Demare, entre otros.

Pero hay que hacer una salvedad: generalmente Jodos se las ha ingeniado para apropiarse de cada composición ajena llevándola a su propio lenguaje, desde hace ya un tiempo absolutamente reconocible, tanto como su perenne intención investigativa y de riesgo.
De ahí la infinidad de proyectos en los que ha participado, ya sea con el piano o bien con teclados, como en la Mariano Otero Orquesta, Nina y el Lobo (un tremendo combo rocker con un álbum debut admirable), Tonal (el proyecto en trío del saxofonista Rodrigo Domínguez) y siguen las firmas.

El jardín seco es el segundo disco que el pianista grabó para el sello Sony/BMG. El anterior, Trío, contó con composiciones de Lennie Tristano y sus, digamos, acólitos. En esta ocasión, la autoría de los temas le pertenece totalmente.

El título del álbum es llamativo.
El jardín seco. A priori, pensamos en flores marchitas, pasto ralo y seco, una imagen triste y decadente.
Aunque…
Seamos cautos.

El comienzo del CD es en trío. La base, comandada por el sólido contrabajista Hernán Merlo y el inclasificable baterista Sergio Verdinelli, resulta el soporte ideal para la aparición del chileno Diego Urbano en vibráfono. Carlos Lastra se suma ubicuamente preparando el terreno para la primera intervención de Jodos. El aire bop, sostenido por una base rítmica sin fisuras, tiene su correlato en el pianista que, no obstante, comienza a demoler esa estuctura con ciertos arrebatos cercanos al free. La impecable intervención del vibrafonista Urbano no opaca un trabajo impecable de Verdinelli, en quien parece descansar el grupo todo gracias a sus inagotables recursos. A su turno, Carlos Lastra va (como de costumbre) por más; pero se respira cierta contención, cierto amago a que todo está por explotar. El quinteto suena sólido y el final, retomando el comienzo, da fe de ello.

Hernán Merlo tiene a su cargo la apertura de Rebote, con un solo más efectivo (afortunadamente) que efectista. Aparece Verdinelli para acelerar la cuestión y Lastra, potente, con Urbano como su segunda voz, marca el camino a seguir. El pasaje en trío liderado por Jodos es una clara muestra de lo bien que se conoce con Merlo y Verdinelli. El swing parece ganar la batalla con el baterista dando cátedra desde el fondo de una manera que, sin dudas, contagia. Sobria intervención del pianista, sin desbordes, que da paso a Urbano, quien disimula de buena manera ser el benjamín del quinteto. Su toque prístino y la inteligencia de Jodos de no encimar los sonidos permiten apreciarlo claramente y atenti con él, que no sólo sabe acoplarse a lo propuesto sino que también parece tener capacidad de liderazgo. Lastra comienza su solo de manera atildada para ir luego arrastrando a todos hacia la banquina, con riesgos pero sin derrapar. El tema más largo del álbum justifica su duración por forma y contenido.

Lastra en soprano, Jodos en economía pianística y Verdinelli en lo que en algún momento se denominó “percusión afinada” (¡!) brindan un pasaje de extrema belleza en el comienzo de Prioridad. La ausencia del contrabajo y el vibráfono brindan un espacio ideal para el momento, hasta aquí, más experimental del álbum. Se suma Merlo con ubicuidad y Lastra que se va soltando. La falsa intro de tres minutos desemboca en el contrabajista haciendo uso del arco y la también sutil aparición de Urbano en vibráfono. Verdinelli aprieta pero no ahorca. Encuentro ciertas reminiscencias a The Waiting Room (Genesis, The Lamb Lies Down on Broadway, 1974). Hasta que una melodía, precisa y preciosa, comandada por Jodos, acentúa lo antedicho: experimental, sí. Colosal, también.

La casi previsible balada Extrañolandia parece un momento de transición, con correctos aportes de Jodos y Urbano. Ll # 5 es un exquisito dúo a cargo del líder y Lastra en tenor. Tres algarrobos y su tendencia bluesera comandada desde el inicio nuevamente por el saxofonista, cuenta con una base tan potente como atractiva. Urbano sigue dando motivos para que sigamos de cerca sus pasos y Jodos, a su turno, se suelta y, por efecto dominó, se sueltan todos.
¿Y entonces? es otra cosa; amaga el soprano de Lastra pero rápidamente Merlo se hace dueño de la escena con un Verdinelli multi-función, por si hacía falta aclararlo. Ora vez el aire negrusco atravesado por un filoso soprano sin que haya que lamentar daños físicos ni de los otros. Jodos, a su turno, en su salsa.

No era un río, una balada apuntalada por el contrabajo y un sutil juego de escobillas, con Urbano y Lastra jugando, al unísono, y ganando. Promediando el tema va ganándose en velocidad, riesgo y cierto desquicio. Un par de minutos menos, tal vez, hubiesen cerrado mejor la cuestión.
La breve Ll # 4, viene con sus complejidades, cortes, marchas y contramarchas pero en un mid tempo que permite apreciar todas las sutilezas todas. Lidera Jodos, pero queda claro que Merlo y Verdinelli, en este terreno, son más que fértiles.

El final es con el tema que da título al álbum. El puntapié inicial es a cargo de un contundente Verdinelli; cuando empiezan a sumarse los demás, vuelve a respirarse libertad (free) y buen gusto. Otro de los muy buenos momentos del álbum, que al final opta por cierto aire… ¿pop? que parece funcionar como la coda del CD.
Olivier Filippi, reconocido viverista francés, sostiene que un jardín sin riego es posible.
Ernesto Jodos, músico argentino, lo acaba de demostrar con su música.

Marcelo Morales

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