Avram Fefer Trio: Eliyahu
Song for Dyani, Wishful Thinking, Appropriated Lands, Eliyahu, Trued Right, A Taste for Love, Essaouira, City Life, Eliyahu (2)
Músicos:
Avram Fefer: saxo alto, saxo tenor
Eric Revis: contrabajo
Chad Taylor: batería
Sello y año: Not Two Records, 2011
Calificación: Dame dos
Si uno rige su vida por el sentido común, ¿cómo puede dejar de ser profundo? (James Joyce)
En el lenguaje corriente el sentido común suele estar asociado al ejercicio de acciones gobernadas por la practicidad en donde la comprensión de las cosas elude sistemáticamente la búsqueda de soluciones utópicas o la elaboración de complejos razonamientos. Esta endeble aplicación conceptual del sentido común, basado en la utilidad de nuestros actos y en la disposición a enfrentar situaciones concretas mediante acciones que invariablemente deben ser medidas de acuerdo a su éxito práctico, no sólo parece contradecir el pensamiento de Joyce que encabeza este comentario sino que, además, le sienta bastante bien al sistema imperante en nuestros días. Tal vez eso explique por qué algunos falsos arquetipos de nuestra sociedad tienden a privilegiar la acción por sobre la reflexión (como si la reflexión no fuese una acción en sí misma), entronizan el pragmatismo en detrimento del humanismo y relegan el sentido más profundo de la vida a favor de una aparente simplicidad (léase “superficialidad”) en cuyo trasfondo subyace la maliciosa intención de hacernos creer que la clave del éxito personal es ir por la vida pensando o reflexionando lo menos posible.
Ser profundo es ir más allá de las convenciones del medio social que nos rodea, es cuestionarnos las cosas y encontrar nuevas preguntas; es una secuencia de razonamiento que, en la medida que se aleja de la frivolidad, nos va acercando a analizar con detenimiento la realidad, eleva nuestra conciencia, desarrolla el pensamiento crítico y nos permite reencontrarnos con los valores esenciales del ser humano. Ergo, ser profundo es estar conectado con una dimensión universal a lo que sólo se accede aplicando –como dicen Jack Trout y Steve Rivkin en El Poder de lo Simple– “la capacidad natural para operar un código simbólico compartido que nos permita percibir la realidad de una manera que resulte obvia”. En consecuencia podríamos aseverar, temerariamente, que es tan inevitable ser profundo cuando nos regimos por el sentido común como imposible resultaría arribar a ese sentido común de alcance universal –al que el filósofo John Locke describiera como “todas las sensaciones procesadas y representadas en una sola impresión”– sin antes haber pasado por un estadio de profundidad que nos otorgue la capacidad de percibir el interior de la naturaleza humana. El arte, debido a sus cualidades estéticas y comunicativas es, justamente, una de las disciplinas que mejor nos facultan para percibir el interior de la naturaleza humana ya que tiene la capacidad innata –como afirmara Platón- de “hacer visible lo invisible” y permite que el artista, a través de su obra, pueda captar “esa realidad única e idéntica a todas las cosas”.
Todas estas reflexiones guardan relación con Eliyahu, el nuevo álbum del Avram Fefer Trio, trabajo que por su claridad expositiva, solidez conceptual, equilibrada resolución de estilo y reflexiva espiritualidad parece traducirse en una cabal representación del nexo existente entre el sentido común y la profundidad de la que hablaba James Joyce. A lo largo de su extensa trayectoria musical el experimentado saxofonista, clarinetista y compositor Avram Fefer ha sabido recorrer un amplio rango de géneros y estilos con equivalente solvencia e inalterable compromiso creativo. En su vibrante y personal universo estético asoman intereses diversos y amplios modos expresivos que abarcan códigos musicales que van desde el jazz tradicional al avant-garde, pasando por corrientes provenientes del acervo cultural africano, música orquestal de avanzada, jazz-funk y libre improvisación.
La amplitud de condiciones estéticas recorridas y la variedad de proyectos en los que Avram Fefer estuvo involucrado, está debidamente documentada en una fecunda producción discográfica que incluye participaciones en el legendario grupo The Last Poets materializada en el álbum Scatterap/Home de 1994, en la Burnt Sugar Arkestra (en More than Post Human de 2007 y Making Love to the Dark Ages de 2009) y en la banda francesa de acid-jazz Beigels Daisy Toasts con Omnibus en 1994 y Eat that Beigel de 1995; su colaboración con Steve McCraven y Archie Shepp en Song of the Forest Boogeraboo en 1995, su dúo con Bobby Few (Kindred Spirits y Heavenly Places, ambos de 2005), su consolidada sociedad con el contrabajista Michael Bisio manifestada en 2005 con Painting Breath, Stoking Fire del Avram Fefer/Michael Bisio Duo y a través del Michael Bisio Quartet en los álbumes Connections de 2006, Circle This en 2007, Live at the Vision Fest XII de 2008 y A.M. de 2009 y su contribución en la Adam Lane’s Full Throttle Orchestra corporizada en el magnífico Ashcan Rantings de 2010.
En su dilatada carrera Avram Fefer también ha encabezado grupos de jazz-funk con claras influencias de Miles Davis y Ornette Coleman como The Tone Poet y Electrik Kool Aid; se aproximó al trip-hop, la música jungle y el drum’n’bass con bandas como Squelch y Auto*Dope y ratificó su interés por la música africana al trabajar -entre otros- con el bajista camerunés Francis M’Beppe, el cantante marroquí Abdeljalil Kodssi y con el grupo afro-húngaro Dallam-Dougou en el álbum New Destiny de 2004. No obstante, el cuerpo principal de su ideario compositivo ha pasado por el Avram Fefer Quartet con Lucille’s Gemini Dream de 2002 (junto a Steve Swell, Igal Foni y Wilber Morris) y Shades of the Muse en 2004 (con Tomas Ulrich, Ken Filiano y Jay Rosen) y mediante sucesivas encarnaciones del Avram Fefer Trio, primero alineando a Igal Foni y Eric Revis en Calling All Spirits de 2001, luego con William Morris y Bobby Few en Few and Far Between en 2002 y finalmente junto a Chad Taylor y Eric Revis en Ritual de 2009 y Eliyahu de 2011.
En el núcleo temático del Avram Fefer Trio se entrelazan cualidades que, más allá de sus fundamentos estrictamente musicales, conjugan pasión, libertad, inclinación por los detalles, honestidad creativa y un ejercicio democrático en la asignación de roles tanto instrumentales como en la orientación sonora del trío. Esos atributos se plasman desde la apertura con Song for Dyani, una de las dos composiciones –junto a Trued Right– aportadas por Chad Taylor a este álbum. El pulso sostenido del contrabajo de Eric Revis y los coloridos aportes percusivos de Taylor edifican una base estructural que remite a ritmos de África Occidental sobre la que el saxo de Fefer dibuja con autoridad una línea melódica asequible, luminosa y de reflexiva espiritualidad. Wishful Thinking se funda sobre un eficaz ostinato a cargo de Revis, las sutiles cadencias y minuciosos matices que introduce la batería de Chad Taylor y los motivos de orfebrería que construye Avram Fefer, siempre caracterizados por el sonido redondo, controlado y puro de su saxo.
En Appropriated Lands el trío nos regala una melodía elegante y diáfana, movimientos armónicos de gran factura y estratégicos silencios luego realzados en sucesivas re-exposiciones motívicas mediante los sobrios aportes solistas de Avram Fefer en saxo y Eric Revis en contrabajo. Las oblicuas armonías de Eliyahu recorren una senda más abstracta y espiritual; en tanto que las envolventes y espaciosas cadencias de Trued Right son rematadas por un clímax en el que sobresale la claridad del ataque y la plasticidad dinámica del saxo de Avram Fefer. A la grácil balada A Taste of Love le suceden los aires africanos de Essaouira –resaltados por un ejemplar solo de batería a cargo de Chad Taylor-, los intensos compases en swing del vibrante City Life y el cierre con una segunda versión de Eliyahu.
Un álbum de claridad meridiana e indiscutible calidad instrumental en el que Avram Fefer Trio exhibe la suficiente sabiduría para trasmitir un mensaje de la manera más simple posible y sin perder un ápice de su profundidad espiritual.
Ser sabio es el arte de saber qué hay que pasar por alto (Wiliam James)
Sergio Piccirilli