Por Los Codos

Fernando Tarrés: Con Guitarra Es Otra Cosa

Desde sus primeras composiciones, por 1985, Tarrés incorporó a su música elementos del folclore argentino.

Fernando TarrésVersionar folclore tenía, por un lado, la idea de volver interesantes obras que estaban trilladísimas y habían llegado a perder su belleza en mi inconsciente, producto de versiones muy pobres y poco imaginativas.
Por otro lado, era una manera eficaz de establecer un rumbo estético para el escucha. Poder ver materializada una línea que, a partir de un punto de referencia conocido (los standards de Argentina) se dirigiera a otro lado. Algo similar a lo que pasa cuando uno escucha a diferentes pianistas abordar el mismo repertorio de standards americanos, por ejemplo.
Supongo que en una época en la que la palabra jazz hace referencia a un espectro de músicas tan amplio y habiendo tanta gente en el mundo que maneja los códigos y giros lingüísticos del estilo a la perfección, la cuestión de la identidad se vuelve crucial. De otra manera parecería inútil abordar esta música.
A eso se suma una capacidad natural de estos idiomas (el jazz y la música argentina) para conjugarse: la organicidad del aspecto rítmico, la elasticidad, la plasticidad con la que se puede jugar con el beat.

Estar en los Estados Unidos y trabajar con los músicos que mencionaste, ¿modificó tu visión o postura con respecto a lo que hacías?

Tener la oportunidad de trabajar allá con tantos músicos increíbles me dio herramientas, me ayudó a comprender aspectos del jazz con otro grado de profundidad, con otro nivel de compromiso y honestidad artística.
Por otro lado, verme en el aprieto de tener que intelectualizar los códigos de la música Argentina para poder transmitírselos a los músicos americanos, me hizo entender una cantidad de otras cosas, de cómo funciona nuestra música.

Cuando volviste ¿sentiste algún choque –musicalmente hablando- con los músicos de acá?

Mirá, aquellos problemas personales que te comenté me llevaron tanto tiempo anímico y físico durante el primer año y medio que de alguna manera amortiguó un poco la cosa. Tenía la cabeza ocupada con situaciones personales y familiares; entonces hizo que el choque no fuera tan brutal. Hace poco leí unas declaraciones del baterista Barry Altschul en referencia a la diferencia de energía que encontró acá con respecto a New York. Yo me acuerdo de sentir algo así, casi la misma sensación que había tenido en la casa de Bazzola, me preguntaba qué le pasaba a los músicos, que parecían como adormilados. Después fui dándome cuenta de que no es falta de Tarrés: Milongueando Soloenergía, sino que el foco está puesto en otra cosa. Me di cuenta de que hay una cosa que es más argentina, más porteña, de cómo se enfoca, de cómo ponen el ojo en la música y que tiene toda la pasión y toda la energía, pero canalizada de otra manera, en otros elementos de la música y no necesariamente en el ritmo, por ejemplo; y que a su vez tiene más que ver con el ritmo de vida que llevamos acá, con el ritmo del habla que tenemos acá y es bastante razonable que así sea. Ésa fue la primera impresión, como algo falto no de vida, sino de fuerza; y después dejás de tener esa sensación y de pronto recordás que alguna vez la tuviste, que tenía la sensación de que no pasaba nada y no era así. Contrariamente, cuando vamos con la gente del sello a tocar a New York, se acerca gente después no de todos, pero sí de algunos shows y el comentario reiterado es acerca de la coherencia del lenguaje y la sensación que transmitíamos, como que éramos un grupo de gente laburando juntos y que era algo que se añoraba allá, como diciendo que es algo que se está perdiendo y que en nosotros lo encontraron como muy activo, ese sonido de banda, esta actitud de propuesta en llegar, desembarcar, decir esto es lo nuestro y lo contamos de esta manera. Se ve entonces que esa energía está, que a la hora de comunicar no se siente ninguna ausencia.

Después del agujero al que hiciste mención ¿te costó retomar?

No, al contrario. Yo me acuerdo que mi último trabajo fue en Europa y estaba viajando con un bajista que también está muy activo ahora, Reid Anderson y yo le comentaba del bajón de que tenía que volverme y que no sabía con qué me iba a encontrar, si iba a tener laburo… y el tipo me dijo (no es para tomarlo en forma literal por supuesto) “probablemente seas el próximo Piazzolla”, pero no haciendo referencia a la música, sino a que en todos lados hay líderes de procesos, de eras en donde hay como una emisión político-artística que puede ser interesante en cualquier lado, como que en todos lados pasan cosas, ahí apuntaba creo el comentario de él.  Y cuando me empecé a meter a laburar, disfruté mucho de la sensación de que lo que uno hace acá, en una sociedad tan baqueteada como ésta y, si se quiere tan chica, Fernando Tarréstiene un significado que trasciende… a ver… como que lo empecé a sentir menos individualista; yo te graficaría que New York es como sacar los codos y empezar a subir como puedas porque a nadie le importa un carajo y porque en definitiva los espacios ya están creados; no es que no haya mucho para inventar, pero la invención básicamente es la música. La infraestructura está montada; el show funciona, vos te bajás, te subís, pero el colectivo sigue. Acá da la sensación de que no; ojo, no quiere decir que si yo me bajo del bondi, va a parar; pero que yo esté o no esté pareciera generar una diferencia, como ocurre con los demás también por supuesto, si Jodos se sube o baja no es lo mismo, hasta por una cuestión numérica, simbólica, uno más o uno menos no da lo mismo; y cada aporte pareciera notarse mucho en el resultado final y eso está bueno. Es como una cuota de participación social que a mí personalmente me interesa. Es más fácil así poder percibir que podés modificar situaciones gracias a tu acción y cuando tenés ideales para modificar cosas que no sólo te beneficien en lo personal sino que también beneficien a un grupo, te sentís como… útil… creo que ésa sería la palabra.

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