Fernando Tarrés: Con Guitarra Es Otra Cosa
¿Y acá en la Argentina cómo ves el tratamiento de la prensa con respecto al jazz o a la música en general?
Yo tengo un juicio y es bastante severo al respecto. Lo que pasa es que si uno va a hacer un juicio severo a la prensa tiene que hacérselo a todo el mundo: a los músicos, a los productores, a los sellos, las distribuidoras, porque es como una industria, la industria de la música argentina o del jazz argentino. Yo creo que en este momento, todo lo que se ve… y en todo me refiero a lo que se puede ver de mí o a cosas que he hecho al igual que las de cualquier otro, son en gran parte una ficción.
A mí me parece que lo que está pasando en este momento no debería ser tomado en cuenta más que como parte de un proceso; es como cuando ves que hay algo incipiente y te da la sensación, la certeza de que a futuro eso va a ser muy grosso, como cuando uno ve a un músico inmaduro pero igual decís “este tipo se viene y se viene”, o sea dentro de 10 años este tipo va a ser serio. Yo veo al proceso y a la prensa como parte de ese proceso, como eso.
Si yo saco hoy una foto, me parecería desastrosa. Me parecería injusta, arbitraria, exacerbada… un montón de cosas que en sí no estarían bien. Cuando retrocedo con la cámara y veo que eso forma parte de un proceso, que tiene una foto anterior y que habrá una posterior, me parece que entonces está bueno y lo admito como parte de un proceso en crecimiento. Pero falta mucho tiempo. O sea… básicamente lo que yo siento –más allá de que siempre es subjetivo y desde esa subjetividad uno puede creer que hay justicias e injusticias-, lo que sí siento es que falta mucho por depurar. Cuando yo leo una cosa que me parece exacerbada para bien o para mal , tiendo a pensar que esto ya se va a acomodar; el tiempo va a poner las cosas en su lugar. Y creo que en la prensa se vuelve emblemático ese procedimiento; hay como un entretejido que se está armando y que falta depurar mucho. Hay gente que para mí (e insisto, es totalmente subjetivo) no debería ocupar el lugar que ocupa ni en los medios ni en la sociedad de artistas y también siento lo opuesto, que hay gente que debería estar ocupando ciertos lugares que por una razón u otra les pertenecen a otra gente. Pero no siento que las cosas estén institucionalizadas de una manera tan macabra como para que no vayan a equilibrarse; al contrario: cada día veo pequeños escaloncitos que apuntan a ese equilibrio. Siento que está muchísimo mejor que hace 5 años y no porque sea más justo ni nada de eso, sino porque lo veo encaminado hacia algo que está bueno.
A eso quería apuntar; pensás entonces que hay un movimiento y que apunta hacia…
Estoy convencido de que el movimiento existe. A su vez también creo que es tonto o prematuro asignarle un puntaje o un valor en cuanto a la calidad o la solvencia hasta no esperar a que se desarrolle un poquito más. Sí hay cosas que son muy… como que evidencian algo que es novedoso (aunque no garanticen nada). Por ejemplo: es la primera vez y te digo de manera constante y recurrente, no algo que ocurre circunstancialmente, sino que es la primera vez que se empieza a ver que conviven en la misma escena laboral músicos de tres generaciones distintas de un mismo género, en este caso el jazz, con el mismo grado de seriedad, de compromiso y compartiendo –de alguna manera- una sana competencia en lugar de esta cosa medio chamanística que… yo recuerdo haber venido a Buenos Aires en los ‘80s y había gente que parecía poseer un “secreto” y no lo compartía con nadie y entonces resultaba ser “el” bajista de jazz, “el” pianista de jazz y tenía algo que nadie entendía qué era, por otro lado; porque por ahí te sentabas, lo escuchabas y aburría, pero había como un mito de “éste es ‘el’ tipo”. Eso ha dejado de existir y está bárbaro, como que ya no es más un arte oscurantista. No pasa nada, es sentarse, tocar, laburar, informarse, digerir un lenguaje, buscar a su vez un lenguaje que te represente y laburar con honestidad y constancia. Entonces empieza a haber como una naturalidad que es nueva; empieza a haber gente que por ahí se fue y estudió afuera y recibió a veces de primera mano a veces no, información en un lugar como Estados Unidos, donde el lenguaje se origina, viene y comparte eso con lo que yo diría extrema honestidad y amplitud con los músicos más jóvenes. Empiezan a dar clases y a decir lo que saben hasta donde lo saben, sin ese temor o pudor de que no vaya a ser que el alumno supere al maestro. Y de hecho hay casos en los que ocurre eso o por lo menos se origina una competencia concreta y tangible a la hora del laburo… y a bancársela. Y empiezo a notar eso: que la gente se la empieza a bancar y eso está fenómeno. Entonces de pronto tenés a (los contrabajistas) Hernán Merlo, Guillermo Delgado, Jerónimo Carmona y ahora está Julián Mentauti… gente con baches de cinco, siete años entre ellos y que comparten la escena. Y lo mismo ocurre con los guitarristas, los saxofonistas… Y todos formando parte de una escena que empieza a tener contundencia propia. Que un chico desde los 17 años pueda recibir eso, así, de primera mano, de parte del tipo que está plenamente activo, es tremendo. Eso no había pasado.