Por Los Codos

Fernando Tarrés: Con Guitarra Es Otra Cosa

Suelo IndomitoFernando está a punto de comenzar a grabar Cruces, su noveno disco como líder, habiendo debutado discográficamente en 1989 con la grabación de Suelo Indómito para el sello Melopea; durante su estadía en los Estados Unidos ha participado en discos de Danilo Pérez, Tito Puente, Víctor Mendoza y Fernando Huergo. Pero además ha trabajado y/o colaborado con una pléyade de músicos impresionantes: Erik Friedlander, Dave Kikoski, Gary Burton, Paquito D’Rivera, Donny McCaslin, Mark Feldman, Claudio Roditi, Tom Harrell, David Sanborn, David Sánchez y hasta con Rubén Blades.
Y sus actuaciones no sólo se circunscribieron a los Estados Unidos, sino que también se presentó en Alemania, Estonia, Luxemburgo, Portugal, España, Suiza, Bélgica y Holanda.
Has recorrido un largo camino, muchacho.
En noviembre pasado, junto a otros siete músicos, Tarrés lideró una expedición a New York y Miami. La delegación se completó con Mariano Otero, Juan Pablo Arredondo, Ernesto Jodos, Luis Nacht, Rodrigo Domínguez, Jerónimo Carmona y Carto Brandán.
Las presentaciones se llevaron a cabo en lugares como “The Jazz Standard”, el “Queens Museum of Art”, el mítico “Knitting Factory” (aquí estuvieron como invitados el chelista Erik Friedlander y el saxofonista Donny McCaslin), el “Van Dyke Cafe”, etc.
La gira, una iniciativa de Daniela Montana luego de escuchar al cuarteto de Luis Nacht en su paso por Buenos Aires, se cerró el 24 de noviembre con una jam session en el “Tobacco Road”.

A la experiencia de llegar con nuestra música a Estados Unidos, y puntualmente a Nueva York,  le veo tres aspectos muy relevantes:
Por un lado, hay un efecto consagratorio que esa ciudad tiene que es innegable. Y eso tiene repercusiones emotivas para nosotros como artistas, y comerciales frente a la gente que viene siguiendo lo que hacemos en Argentina.
Por otro, significó la primera gran demostración, puertas adentro, de que la manera de trabajo y producción ideados tres años atrás para organizar el proyecto BAU es sólida y eficaz y promete grandes resultados en el mediano y largo plazo.
Por último, y éste es el aspecto más pequeño ya que la sociedad americana es literalmente “inabarcable”, está el resultado concreto que este “desembarco” causó en Estados Unidos. Claro que la marca es pequeña, apenas incipiente, pero eso lo sabíamos de antemano. Lo importante será la constancia y el reincidir. Ya estamos trabajando en el festival 2005 y 2006.

¿Por qué decís que es un “efecto consagratorio innegable”?

La industria, el medio, la prensa, han –inevitablemente- construido en el inconsciente colectivo del público ciertas imágenes. A veces son fundamentadas y a veces arbitrarias. Para el caso da lo mismo porque, en el público, son igualmente tangibles y “reales”.
La escena del jazz neoyorkino cuenta con ese halo, mitad real mitad mítico. Eso es lo innegable, que ese halo está instaurado en el inconsciente de todos.
Llevar nuestra música allí consolida un proceso. Una analogía podría ser ésta: un equipo que juega dentro de una liga nacional, donde hay esquemas de juego y estilos similares no goza de la misma solvencia que un equipo que, además, ha jugado en ligas internacionales y ha logrado que su juego sea respetado por otros.
Cuando un medio se vuelve muy retroalimentado (como está pasando en Argentina) se corre el riesgo de construir ídolos de barro, de pensar que algo provincial es universal. Mostrar la obra de uno ante diferentes públicos empieza a separar la paja del trigo.

Nos relajamos un poco ya que evidentemente la conversación daba para largo; Se me ocurre (¡error!) preguntarle sobre los medios de prensa estadounidenses. Y si la cosa pintaba para largo… ahora le apuntábamos al infinito.

Una vez Fernando González (editor manager de la revista estadounidense Jazziz), que es muy inteligente, me dijo una cosa con respecto a los EEUU: “vos pensá que las toneladas de información y productos que se reciben en los EEUU, obligan a la sociedad a que formatee, si no… no hay forma de absorber”. Entonces llega un punto en que se han transformado en grandes maestros de catalogar cosas y hacen notas que las leés y que para nuestro gusto latino terminan siendo algo superficial y para ellos es ilustrativa, comprometida y amplia. Podés encontrarte con gente que no escribe así en el New York Times o el Village Voice, pero no los lee nadie.
Fernando TarrésAdemás, lo que he notado y está claro es que en Estados Unidos hay bloques. O te metés en uno o creás uno nuevo que te va a costar un huevo. Qué sé yo… lo que queda claro es que como sociedad, para nosotros resultan algo indescifrable. Peor aún: son tan esquemáticos que nos parece que los desciframos demasiado rápido, pero tampoco es tan así; es una sociedad rara… yo he vivido muchos años ahí; la sensación es que son tan cuadraditos a nuestro temperamento que vos decís ‘estos tipos son a-b-c, ya está’ y después resulta que en realidad la “a” quiere decir “l” y la “b” otra cosa… es toda una historia. Lo cierto es que nosotros no nos reconocemos en ellos ni nos vamos a reconocer nunca. Yo leo revistas y me ponen de mal humor; y leo la Cuadernos de Jazz (revista española) y me parece lo mismo, como que es muy liviano; pero a la vez comparada con otras revistas incluso europeas, es como que se meten con otra cuestión. Y nadie pega un palo, ni se mete… había un tipo en los EEUU que era salvaje… no sé qué es de su vida, un personaje si se quiere no querible porque era durísimo, se llama Peter Watrous, era columnista del New York Times, era un tipo temido, era salvaje. Sus notas estaban buenas, el tipo sabía, era tremendo lo que conocía y lo serio que era. Sus artículos eran una página comprometida y yo lo he visto pegar palos que metían miedo. Y era alguien sumamente atípico que no sé por qué mantuvo su laburo en ese diario que también es atípico y muy grosso, durante muchos años. Después me enteré que no estaba más, no sé por qué. Pero suponéte, el día que Wayne Shorter sacó ese primer disco después de como diez años sin sacar nada… no sabés lo que fue… lo hizo recontra pelota y peor aún, le sacó el artículo el día que el disco se largaba a nivel nacional, un lanzamiento grosso por la reaparición de Shorter. Tower Records a full, el tipo daba un concierto inmenso en el Town Hall o algún lugar así y me acuerdo que era un domingo. Y ahí es donde sos víctima de fuerzas inmanejables. Mirá de lo que te hablo: Wayne Shorter en Verve… para esos tipos, para un Peter Watrous es la oportunidad de volverse creíble o no creíble y para el New York Times la de mostrarse comprable o no comprable. Y Wayne Shorter que es un simple artista quedó en el medio de ese mambo que era Verve mostrando la fuerza de una productora (corporación), el NYT mostrando la independencia periodística del diario y Peter Watrous mostrando su credibilidad como periodista incomprable. Entonces era: tapa de la sección de espectáculos del NYT con una foto gigante de Wayne Shorter ya como avisando que el disco era una porquería, das vuelta y había dos páginas completas destruyéndolo letra por letra diciendo… nada… era salvaje el artículo… salvaje, salvaje. Y dabas vuelta y había una página completa comprada por el sello con el aviso del disco y me acuerdo  perfectamente que era el día que se lanzaba. Watrous lo hizo pelota y recuerdo que gente muy allegada a Shorter decía que el tipo estaba destrozado, que decía “loco… ¿por qué me hicieron esto? Esto ya excede el periodismo”. Era una especie de emboscada para alguien que a lo sumo sacó un disco que era muy flojo, pero nada más que eso.

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