Fernando Tarrés: Con Guitarra Es Otra Cosa
Qué no es de cabotaje, por ejemplo.
Exacto. No estoy diciendo que si un lenguaje fuera absolutamente de cabotaje resulte inútil o no válido; ahí ya es a conciencia del usuario; yo personalmente creo, siento de alguna manera que esa ratificación está buena, esa universalidad le da al arte una cosa que está buena. Es lo que hace que uno pueda escuchar a los que escuchamos y morirnos. Qué sé yo, vos escuchás a Coltrane y estoy seguro que en su contexto y en su coyuntura socio-económica en ese momento y en esa ciudad, significaba un montón de otras cosas que nosotros ni siquiera podemos llegar a dimensionar. Sin embargo hay un cúmulo de cosas que tienen su significado más allá de eso y que son las que sí podemos disfrutar hoy y que van a ser disfrutadas dentro de 100 años. Me parece que todavía lo que falta en nuestro medio es eso, es el laburo del tiempo; yo creo que ni siquiera con Piazzolla ha pasado suficiente tiempo; de alguna manera sí pasó que tuvo la suerte de mostrar su música, de ser acogido afuera y vos ver cómo su música… bueno, obviamente que lo que escucha un japonés o un francés no es lo que escuchamos nosotros en su música, pero está bueno ver cómo su arte sobrevivió a la cuestión anecdótica de que era la revolución del tango, que está bien pero no hace a la esencia porque antes o después deja de ser revolucionario, digo… Bach hoy no es revolucionario y sin embargo es increíble. Lo que perdura de la música es realmente lo que hay en la esencia, no en la parte coyuntural. Los Beatles, por ejemplo; hoy de alguna manera son conservadores si se quiere, pero son maravillosos. Me parece que todavía falta eso, que haya un balance mayor entre el efecto de la novedad y el contenido real y eso solamente creo que lo va a dar el tiempo.
En Noviembre de 2001, Tarrés funda el sello BAU (Buenos Aires Underground) con la edición de tres discos: Cambio de Celda (Ernesto Jodos), Presagios de Carnaval (Tarrés) y Nachtmusik (Luis Nacht).
Con una estética no sólo sonora, sino también visual, BAU parece haber adoptado cierto concepto de serie que le permita al oyente acercarse a los discos del sello por una cuestión de asociación y confianza transmisiva, algo ya realizado por sellos como Winter & Winter, Blue Note y ECM.
El sello intenta además no ceñirse exclusivamente a artistas de jazz, por lo que expresiones como el tango, el folclore y la música improvisada tienen también su lugar.
El BAU fue la creación de un espacio de interacción, de aprendizaje, de crecimiento y, sobretodo, de resistencia a dos cosas:
Por un lado a la impermeabilidad institucional que impera (en líneas generales) en la Argentina. Esto es poca participación del Estado y de las empresas privadas cuando hablamos de arte independiente no masivo.
Por el otro, a las “huellas” en las que casi inevitablemente las compañías caen por peso de las reglas de mercado. Muchos proyectos independientes van virando y degradando los principios sobre los que fueron creados y esto no es aleatorio ni falta de compromiso, es tan solo que la manera de trabajo “prepotente” que imponen las grandes compañías termina por asfixiar a las pequeñas.
Por eso BAU se creó con un esquema interno (en lo económico, lo productivo, lo laboral, lo artístico, lo publicitario) que es virtualmente indestructible. Tendrían que desaparecer los músicos independientes con voluntad de expresión para que el movimiento se caiga.
De nuevo Borges: las escuelas o los movimientos artísticos tienen un mérito mucho más allá del artístico (ya que los artistas que los componen ya trabajaban esa estética antes de conformarse como grupo) y es el de arengar a sus miembros, el de animarlos, el de darles una razón social y una meta política que cumplir.
BAU se identifica mucho con eso.
Luego, en la manera de materializarlo, evitamos hacer todas esas cosas que los grandes sellos hacen y que, para cualquier artista que haya estado en esa situación, queda claro que son nefastas para él y, a veces, hasta para la música.
¿Cuando retomaste ya estabas con el sello en la cabeza?
No… fue una cosa medio conjunta. Empecé, armé el grupo, llamé a los músicos que eran casi los mismos con los que estoy tocando ahora… y lo del sello fue una cuestión casi fortuita; en ese momento yo estaba laburando para una empresa que hacía producciones de música publicitaria y de cine y veía que los tipos gozaban de una cantidad de recursos que si bien no les sobraba, el flujo económico era impresionante comparado con lo que podía generar un mercado como el del jazz. Y como tenían estudios de grabación y masterización, medio inventé una propuesta que les interesó y que era editar para ellos, donde iban a tener un beneficio colateral más bien político dentro de la escena que ellos se movían y además estaban ayudando a generar un circuito real de discos que ya veríamos hasta dónde llegaban.
Y justo en el momento en que íbamos a largar y ya teníamos los tres primeros discos masterizados, yo ya había reacomodado mi situación y entonces dejé de trabajar para ellos y como el proyecto era mío, me dicen que le diera para adelante, que para ellos encararlo era una manera de apoyarme y que a ellos no les iba a cambiar el rumbo y además tampoco les iba a servir que yo no le pusiera toda la garra y el cariño… entonces hable con los chicos, en ese momento eran Ernesto (Jodos) y Luis (Nacht), planteamos una estructura que nos permitía editar los discos y así arrancó. Y después fue ir viendo lo que pasaba, volvía una recepción piola de parte de la prensa y de la gente, se armaban más tocadas, se acercó gente a la que le gustó la estética del sello y preguntando si había posibilidades de grabar… estaba planteado como un sello, pero no era el plan a 10 años, sino vamos un paso a la vez.
Sí se pensó todo a nivel modular. Se concibió que creciera mucho, pero no se hizo todo con la obsesiva ambición de que crezca de un saque. Es como hacer una casa de a poco pero con cimientos bien sólidos por si tenés que llegar a los diez pisos. O sea, hagamos una buena base para que no se nos caiga encima; y hoy parece que fue una buena elección, porque eso hizo que el sello creciera. Y lo único que se ha preservado es el espíritu del por qué se hacen las cosas, cuál es la meta ideológica de las cosas y se va modificando de acuerdo a cómo va cambiando el mercado.